A partir de entonces, las estadísticas continuaron disparadas, llegando a récords en octubre de 2018 con 10.912 inmigrantes ilegales
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con vistas a final de año, ha actualizado las cifras de inmigración ilegal que ha llegado a España. Según los datos, desde comienzos de años, un total de 30.423 inmigrantes han accedido ilegalmente al territorio nacional.
Y si echamos la vista unos años atrás, desde que Pedro Sánchez llegó a Moncloa en junio del 2018, han sido 220.000 los inmigrantes que han llegado a nuestro país de manera ilegal. Y es que desde que Sánchez es presidente la inmigración ilegal se ha disparado por encima del 85% pasando de los 3.937 inmigrantes que entraron en mayo, a los más de 7.000 registrados por ACNUR un mes después.
A partir de entonces, las estadísticas continuaron disparadas, llegando a récords en octubre de 2018 con 10.912 inmigrantes ilegales, lo que hizo que 2018 terminara con un total de 65.383 entradas, de las que el 83,74% se produjeron tras la entrada de Sáchez en Moncloa.
En 2019 la cosa se moderó levemente, con 32.513 ilegales, aunque se abrieron nuevas rutas migratorias desde territorio argelino. Y 2020, pese a estar en plena crisis sanitaria, la inmigración ilegal volvió a subir, un 28,75%, hasta los 41.861.
Recuerden que las mafias de inmigración ilegal proliferan bajo el Gobierno sociopodemita: en 2020 operaban 30, frente a las 16 del año 2017.
Aunque la inmigración ilegal cada vez afecta a más zonas, por ahora en España solo hay otros dos centros CETI y se encuentran en Ceuta y Melilla, después los inmigrantes son repartidos por el resto de territorio nacional. En ambas ciudades se plantean la misma idea: el centro llegó y un año después empezaron los problemas con la inmigración, ¿por qué se proyectó el centro cuando no había problemas? No olviden que Algeciras en pie de guerra porque se niegan a albergar un nuevo CETI, de hacerlo, seguirán el camino de Ceuta y Melilla, que es lo que quiere Sánchez.
España es la frontera de Europa y lo que no es normal es que el progresismo que nos aflige intente por todos los medios silenciar el hecho de que tenemos un problema, y grave. Pero no lo digan, que serán llamados racistas.