¿Pretenden pues enseñarles a los escolares, en clase de religión, los ODS ( recordemos los número 3 (salud reporductiva=aborto) y 5 (igualdad de género), el 'amor por el planeta' o el feminismo radical? La respuesta es sí.
El nuevo curriculo aprobado en el Consejo de Ministros del martes 29 tendrá «perspectiva de género» y no habrá pruebas de recuperación. Eso para empezar.
Así, por ejemplo, se estudiarán las matemáticas con "perspectiva de género", pero no con números romanos. Según recoge el gobierno sociopodemita en la Ley Celaá, este nuevo enfoque pretende evitar "la mayor ansiedad de las alumnas» ante la asignatura.
La nueva Educación Secundaria Obligatoria (ESO) promoverá además el conocimiento LGTBIQ, mientras que el conocimiento del castellano será «suficiente».
Asimismo, «se prevé que la educación para la salud, incluida la afectivo-sexual, la igualdad entre hombres y mujeres, la formación estética y el respeto mutuo y la cooperación entre iguales sean objeto de un tratamiento transversal. Por último, se establece que todo el alumnado deberá cursar Educación en Valores cívicos y éticos en uno de los cursos de la etapa». En esta asignatura se promueve el «conocimiento de los derechos LGTBIQ+».
Otra novedad, se podrá promocionar y titular sin límite de suspensos. Es el legado de la Ley Celaá que tanto se preocupaba por que los alumnos no se traumatizaran en caso de que tuvieran que repetir. Es el pensamiento Celaá: si los alumnos repiten mucho... pues suprimimos las repeticiones. Pedir más esfuerzo no es progresista.
Además, con Sánchez, los niños estudiarán "la guerra del 36", un eufemismo para justificar las atrocidades de los republicanos.
El nuevo currículo les enseñará a los estudiantes de la ESO a estudiar los peligros, machistas del reguetón. Mientras, la necedad crece y los alumnos no estudiarán el terrorismo de ETA.
Así, la nueva generación de alumnos y alumnas formada por las enseñanzas del Gobierno Sánchez será afectiva, emocional, igualitaria y nada traumatizada por los suspensos. Esto promete.
Es hora de recordar las célebres palabras de la insigne educadora doña Isabel Celáa: los niños no son de los padres.