Les decíamos en Hispanidad que en el mundo okupa cada día encontramos un caso que nos sorprende. Hemos conocido historias que demuestran la caradura y la impunidad con la que actúan, hoy mismo les traemos dos casos en los que el propietario termina en situación de vulnerabilidad real por culpa de su okupa. 

Primero con el caso de esta cordobesa, que alquiló su piso a la madre de un amigo y compañero de trabajo por tan solo 200 euros, incluso llegó a ayudar a la señora para solicitar ayudas a servicios sociales, con las que tenía que pagar unos escasos 30 euros de renta. La joven llega a reformarle el piso, propiedad de sus padres, los cuales deciden regalarle la vivienda, por lo que se pone en contacto con la inquilina para decirle su situación: es bailaora, está embarazada de 4 meses y paga 600 euros de alquiler. La joven le plantea a la inquilina dos opciones, o suben la renta, que llevaba sin tocarse ocho años, o tendrá que abandonar la vivienda para que ella pueda entrar a habitarla. La inquilina pasa a ser inquiokupa y le dice que ella no piensa pagar ni un euro más. 

Seguimos con el caso de Juan Pedro, que vive en el piso contiguo al de su padre. Cuando este falleció, una persona okupó el piso de su progenitor, haciendo responsable a Juan Pedro de correr con todos los gastos de luz, agua o comunidad. Encima, tiene que cruzarse todos los días con su okupa en el ascensor: "ya no es tan solo pagarlo, sino convivir tanto tiempo con esa persona, con la posibilidad de encontrártelo de frente cada día”.

Juan Pedro ha tenido 'suerte' y ha conseguido solucionarlo tras cinco años, pero denuncia que el okupa ha destrozado todas las posesiones de su padre, “mesas o sillas”, y que ha llegado a “poner la lavadora sin ropa con el consiguiente gasto de agua a las tres de la mañana”, “he tenido que pagar facturas de agua de 381 euros y alguna de 223”.