La ideología de género, promovida por diversos gobiernos y organismos internacionales en la legislación y en la educación de niños y jóvenes, es una ideología que defiende que el sexo no es una realidad biológica sino una construcción sociocultural. Es decir, la ideología de género trata de imponer que cada uno puede elegir su sexo con independencia de su biología. Es una de las obsesiones del Nuevo Orden Mundial (NOM) y busca implantarla en todo el mundo. Todo lo cual atenta contra la ley natural, pues todo el mundo sabe con la sola razón que se nace hombre o mujer y nadie nos pidió permiso para ello, como tampoco para nacer. 

La ideología de género fue impuesta en España por el anterior Gobierno socialista-comunista, por medio de la conocida como ‘Ley Trans’, cuya redacción se la debemos a la ministra podemita Irene Montero, que entró en vigor el pasado mes de febrero, y que básicamente instaura la libre elección en el Registro Civil sin necesidad de informe ni tratamiento médico a partir de los 14 años. Si se trata de personas menores de 18 años y mayores de 16 podrán pedir la rectificación del sexo de forma autónoma, y entre 14 y 16 años, lo podrán hacer, pero asistidos por su padre, madre o tutor legal. En cambio, entre los 12 y los 14 años se necesita una aprobación judicial y el juez puede pedir las pruebas que considere necesarias. 

Además, la ‘Ley trans’ impone la ideología de género a los niños por medio de la educación.

Sin embargo, la pionera en estas lides fue Cristina Cifuentes, del PP, que en 2016 sacó adelanta la ley contra la LGTBfobia en la Comunidad de Madrid, una norma casi olvidada pero que sigue en vigor.

Pues bien: imponer la ideología de género en la sociedad no sale gratis y puede acarrear consecuencias como la que se ha conocido estos días, publicada por Ok Diario: que un preso trans -que había sido trasladado al módulo de mujeres al autopercibirse mujer- ha dejado embarazada a una interna tras ser trasladado a una cárcel de mujeres de Alicante.

Este caso recuerda mucho al acaecido en Escocia y que le costó el puesto a la primera ministra, Nicola Sturgeon, cuando a Isla Bryson, un preso trans (hombre que se autopercibe mujer pero que todavía siendo hombre había violado a dos mujeres) se le trasladó a una prisión femenina. Eso generó tal escándalo en Escocia que Bryson duró tan solo 48 horas en la cárcel de mujeres y la propia Sturgeon tuvo que salir a dar explicaciones, hasta que presentó su dimisión. 

Por no hablar de los muchos casos de trans (hombres que se autoperciben mujeres) que han participado en competiciones femeninas logrando los mejores resultados, para disgusto de las mujeres biológicas que también competían en las mismas pruebas. 

Lo dicho: ir contra la naturaleza, que es lo que hace la ideología de género, puede acarrear este tipo de consecuencias o por mejor decir, incongruencias e injusticias.