"Tengo una carta que dice: 'Si está tan desesperada, señora, podemos ofrecerle ayuda médica para morir'", ha denunciado Christine Gauthier, exmilitar y exatleta paralímpica canadiense. Al parecer Gauthier se lesionó la espalda en un accidente durante un entrenamiento militar en 1989, lo que supuso un cambio en su vida, algo que no le paró. Gauthier consiguió competir por Canadá en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro y en los Juegos Invictus de 2016. 

Gauthier tenía que adaptar su casa y, tras cinco años pidiendo una silla salvaescaleras, ha recibido una carta donde se le ofrece aplicarle la eutanasia e incluso darle todo el equipo que necesite para llevarlo a cabo. 

Lo ha denunciado la propia Gauthier ante el comité de veteranos de la Cámara de los Comunes, donde aseguró que tenía una carta donde el Gobierno le ofrece ayuda para morir. La atleta incluso ha expresado su preocupación al propio primer ministro, Justin Trudeau, quien ha mostrado su sorpresa y ha dicho que es algo "absolutamente inaceptable". ¿Por qué es inaceptable, Trudeau? Porque se le ofrezca la muerte a alguien en una carta o porque se ha hecho público y se ha armado el escándalo. 

PARALÍMPICA

Porque además, no es el único caso, según Lawrence MacAulay, el ministro de Veteranos, propuestas similares han llegado a otros cuatro o cinco militares más.

Y no es la primera vez que el Gobierno canadiense se lo pone difícil a un ciudadano para conseguir ayuda y le ofrece la eutanasia como alternativa. Hispanidad recogió de El Debate que en Canadá, una mujer de 51 años, víctima de una sensibilidad severa a los productos químicos, llevaba años pidiendo sin éxito una vivienda asequible libre de humos y limpiadores industriales. Tras su enésimo fracaso, esta persona acabó pidiendo la eutanasia, algo que el gobierno aceptó sin titubear. También en Canadá, una joven en situación de discapacidad y en condiciones económicas vulnerables --otra mujer de 31 años y con una patología parecida--, acaba de obtener la aprobación final para recibir la eutanasia después de no encontrar una vivienda adaptada a sus necesidades. Y es que es por todos sabido que el Gobierno canadiense da todo tipo de facilidades a las personas que quieren acabar con su vida por el solo hecho de no encontrar salida a su situación económica. 

A pesar de los intentos del gobierno canadiense en justificar la eutanasia como una cuestión de autonomía personal, lo cierto es que no ha disimulado las "ventajas económicas" de esta medida. De hecho, confirmó en un informe oficial la reducción que había supuesto la ley de la eutanasia de los costes médicos de pacientes. El de la eutanasia es un plano inclinado por el que Canadá se desliza a pasos agigantados. 

Pues bien: tal y como ha recogido Hispanidad, en esa pendiente resbaladiza, que comienza con la eutanasia voluntaria, pero que termina con las presiones a los pacientes para que pidan morir, es en la que también está inmersa España desde la aprobación de la ley de la eutanasia.