La irrupción de Alvise Pérez en las elecciones del 9J ha provocado un vértigo en casi todo el escenario político español, y quizá también en algún rincón de EuropaEuropa gira hacia la derecha y hacia los conservadores. La frivolidad impositiva de la Agenda 2030 ha abierto los ojos a muchos millones de ciudadanos de la comunidad y los partidos socialdemócratas a la izquierda y la derecha han perdido suelo electoral sin hacer autocrítica ni valorar por qué ha sucedido esto. En lugar de reflexionar, se limitan a acusar de ultraderechismo, populismo político o secuestro ideológico, es decir, que parece que ellos lo hacen bien, pero que los ciudadanos no saben votar.

En este contexto de giro político, el arco de la derecha se fragmenta aún más. Todo comenzó con Mariano Rajoy, quien descompuso su bancada hasta dejarla en 134 diputados en su segunda legislatura por mentir a sus votantes. La consecuencia de su falta de fidelidad a sus propuestas desde la oposición y su inacción desde el gobierno, sin rectificar ni una sola de las leyes implementadas por la política progresista desenfrenada de José Luis Rodríguez Zapatero, como el matrimonio homosexual, la ampliación del aborto, la ley de divorcio exprés o la de memoria histórica entre otras, provocó que muchos diputados se escindieran del Partido Popular, dando lugar a Vox, un partido conservador, soberanista y de corte ideológico cristiano. Ahora, aparece Se acabó la fiesta (SALF), que por el momento no es más que una agrupación electoral que, por sus exigencias más que por su programa (que no existe como tal), marca la ruta con el grito de "¡No más corrupción!". ¿Su objetivo? Poner en el paredón a los políticos y partidos que viven en y para la corrupción.

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¿Pero qué es el fenómeno Alvise? Alvise Pérez da voz al resentimiento popular frente a la creciente corrupción, de la que el noventa por ciento de la sociedad es conocedora. Algunos la soportan con resignación, mientras otros la aceptan porque los corruptos son "los suyos", es el caso de los seis millones que siguen votando al presidente más mentiroso, sátrapa y corrupto de nuestra historia democrática, Pedro Sánchez. Pero entre los conformistas y los que tragan con todo, ha surgido un número creciente de votantes que se rebelan y ven en SALF una salida a esta situación. Alvise permite el desahogo del pensamiento de quienes buscan a alguien que diga las verdades sin tapujos. Surge una especie de Guillermo Tell, que dice lo que dice y da la cara por los más desamparados, gozando de progresiva afinidad popular.

La reacción mediática y política no se ha hecho esperar. Por un lado, el propio Pedro Sánchez pretende usar la figura de Alvise Pérez como arma arrojadiza contra la bancada de la derecha pero que ha resultado ser una mala estrategia, porque sólo ha descubierto en sus declaraciones cierto nerviosismo e incertidumbre ante su proyecto de terminar esta legislatura, que en la actualidad pinta quebradiza y que goza de mala salud porque sus propios socios cada vez le tienen menos en cuenta. Por otro lado, las escuadras mediáticas del sistema han respondido con virulencia: La Ser, Público, Infolibre, Huffington Post, UGT, TVE, CCOO, Diario.es, La Sexta, PRISA... Desde estas cabeceras se han lanzado ataques que, lejos de desacreditar a Alvise, aumentan su base de votantes. Un ejemplo claro es la entrevista de Miguel González de El País a Alvise, que resultó ser un tiro en el pie para el medio y evidenció la falta de profesionalismo del periodista.

Si Alvise no aporta ideas para mejorar la sociedad, la economía o la construcción del país, su éxito podría ser efímero, similar a la iniciativa política de José María Ruiz-Mateos cuando fundó Agrupación Ruiz-Mateos o el Grupo Independiente Liberal de Jesús Gil, partidos personalistas que desaparecieron por falta de un proyecto a largo plazo

¿Tiene futuro SALF? Hay que comprender, que hoy por hoy, Se acabó la fiesta es un movimiento transversal, apoyado por jóvenes y mayores, hombres y mujeres, de izquierda y derecha, que a pesar de ser ubicado a la derecha del espectro sociológico debido al origen de Alvise, el movimiento se define por su grito de guerra de "¡no más corrupción!". Sin embargo, si Alvise no aporta ideas para mejorar la sociedad, la economía o la construcción del país, su éxito podría ser efímero, similar a la iniciativa política de José María Ruiz-Mateos cuando fundó Agrupación Ruiz-Mateos o el Grupo Independiente Liberal de Jesús Gil, partidos personalistas que desaparecieron por falta de un proyecto a largo plazo. 

Los que se empeñan en decir que SALF es un cisma proveniente de Vox, se equivocan. Alvise va por libre. Alvise va a por los corruptos sean quien sean y, desde luego, tiene un objetivo claro, ya lo gritó con cierta ansiedad en la mirada el día que habló después de los resultados electorales: «Pedro, calienta, que sales. Más vale que te escondas en un maletero».

Alvise Pérez es un fenómeno que podría tener un impacto significativo si logra que algunos políticos corruptos terminen en la cárcel. Aunque su enfoque es erradicar la corrupción, su capacidad para mantener el apoyo popular dependerá de su habilidad para ofrecer soluciones concretas y sostenibles para el futuro de España.

Manifiesto por una democracia radical (Deusto), de Jordi Sevilla. Interesante ensayo del exministro que reúne una serie de propuestas para un tiempo en el que predomina el miedo al futuro y la nostalgia de un pasado inexistente. Las promesas optimistas que construían la utopía del nuevo milenio se han venido abajo, hasta el punto de que los jóvenes ya asumen que vivirán peor que sus padres. Leer este libro alumbra la razón del nacimiento de nuevas protestas en formato de impulso político.

En defensa de la Transición (Almuzara), de Teresa Freixes. En un momento crucial de la historia de España, la autora nos ofrece una perspectiva esclarecedora sobre el proceso que llevó a la consolidación de la democracia en España. Como algo consecuente, se puede concluir cómo se ha ido desvaneciendo la idea de país, democracia y afirmación a base de frivolizar con acuerdos políticos desde el estado con los nacionalistas y otros animales de este zoo.

Una hormiga contra el sistema (Mascarón de proa), de Pablo Cambronero. El autor, un ex diputado que se enfrentó en solitario a los modos y formas de actuar de un parlamento muy alejado de lo que un día fue y de lo que debería ser. Un ensayo con abundante información, única, de las entrañas del Congreso de los Diputados, que desnuda desde dentro a la principal Cámara de las Cortes Generales y a un Gobierno autocrático que ha pasado, y sigue pasando, por encima de cualquier control que se le intente hacer.