La hemos repetido en más de una ocasión: la caradura okupa no conoce límites, y estamos asistiendo a un fenómeno que cada vez es más común: el okupa okupado. Es decir, el caradura okupa se tiene que enfrentar a la caradura de otro okupa que intenta quitarle el piso que primero okupaba él. Aunque parezca una locura, la legislación protege la inviolabilidad del domicilio, aunque el que habite en él sea un okupa. 

No es el primer caso que contamos: lo hemos visto con dos familias que se denunciaron porque una okupó a la otra, o también en Valdemoro, donde un okupa arrendaba las habitaciones, se fue de vacaciones y cuando volvió se dio cuenta de que eran sus inquilinos los que le habían okupado. También lo vimos en Tudela, Navarra, donde un hombre llamaba a la Policía Local informando de que su domicilio había sido okupado por otras personas. 

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Ahora es Vizcaya la que protagoniza el caso, en concreto una casa del barrio de Arbuio, en Alonsotegi. A finales de junio, la Ertzaintza y la Guardia Civil detuvieron a un hombre en una operación antidroga en la que se incautaron 23 kilos de cogollos de marihuana, más de 5.000 plantas, 1,3 kilos de cocaína, 40 gramos de éxtasis y 78.000 euros en metálico.

Otras 12 personas permanecen detenidas, pero el hombre que okupaba la vivienda en cuestión fue puesto en libertad. Cuando volvió a la casa se encontró con una sorpresa: una familia con niños pequeños, es decir, vulnerable, había okupado la propiedad. 

La familia dejó que el anterior okupa entrara para recoger sus cosas, pero días después se presentó en la puerta con una docena de individuos para que le devolvieran 'su casa', la familia okupa llamó a la Policía porque estaban asustados, según ha podido conocer El Correo. 

Los nuevos okupas sostienen que el okupa primero se había presentado allí con machetes y les estaba insultando y amenazando para obligarles a abandonar la vivienda. Y ojo, porque en la llamada a la Policía, la familia okupa aseguró que ellos tenían una escopeta y estaban dispuestos a defenderse. ¡Toma ya!

Varias patrullas de la Ertzaintza acudieron al lugar. Horas después, la familia okupa confirmó a la Policía que se iban de la casa porque no querían problemas, por lo que el primer okupa ha podido recuperar la casa e instalarse de nuevo. 

Es curioso la velocidad en la que ha conseguido el primer okupa recuperar 'su vivienda', algo que no suele ocurrir cuando el caso es entre propietario y okupa.