Los más pequeños son quienes sufren las consecuencias del deseo de sus progenitores de hacerse daño mutuamente
El año 2021 se saldó con un total de 15 casos de filicidio en los que perecieron 17 menores y que, sin embargo, no están registrados como tales por la ausencia de una estadística que recoja este tipo de violencia de forma global.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) no incluye la relación de la víctima con el homicida ni tampoco su sexo. Sólo hay un registro en España que sí relaciona el número de filicidios con estas dos variables: la que publica la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género.
El Mundo destaca que en relación con los progenitores, este recuento sólo recoge los casos de violencia machista en los que el agresor es el padre y no la madre. De acuerdo con este censo, a lo largo del año pasado se contabilizaron siete muertes frente a las 17 -en dos de los casos hay dos niños muertos- que, en realidad, se constataron.
En seis de los 15 casos violentos contabilizados, los crímenes fueron cometidos por el padre, cuatro por la madre, dos por los padres biológicos, otros dos por parejas mixtas (madres con sus parejas) y uno por el padrastro de un niño.
Uno de los casos más sonados de los últimos meses fue el de Tomás Gimeno, quien, el pasado mes de abril mató en Tenerife a sus dos hijas Anna y Olivia, de uno y seis años, y las arrojó al mar antes de suicidarse. Al mismo tiempo, una madre mataba a su hija de cuatro años en San Joan Despí (Barcelona). Ambos progenitores lo hicieron movidos por el deseo de dañar a sus exparejas, la madre de Anna y Olivia y el padre de Yaiza. Y como resultado de los tres filicidios, una única realidad, tres pequeñas que perdieron la vida.