A la vista del nuevo decreto, el paciente que en su día pidiera la eutanasia, si se arrepiente, verá cómo le dan muerte, en contra de su voluntad: eso sí, es que ya dijo en su día que quería morir...
El Consejo de Ministros ha aprobado este martes un nuevo decreto por el que “se regula el Registro Nacional de Instrucciones previas y el correspondiente fichero automatizado de datos de carácter personal para incluir en él la prestación de ayuda a morir”. Según ha destacado la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, estas medidas servirán para que "efectivamente estos derechos se puedan consolidar en esta legislatura".
El Registro Nacional de Instrucciones Previas (RNIP) del Ministerio de Sanidad se encarga de recoger la voluntad de cuidados médicos de un paciente en caso de enfermedad muy grave, o el destino de sus órganos en caso de fallecimiento, y ahora, incluirá también la solicitud de eutanasia.
El decreto establecerá las bases para la gestión de la información personal de los pacientes, labor que será responsabilidad del Ministerio de Sanidad.
Y ha añadido que “se trata de un trámite técnico y reglamentario, pero que va en la dirección con la Ley que aprobamos para mejorar el derecho a la muerte digna en todas las circunstancias en nuestro país. Es uno de los grandes avances que hemos propiciado en esta legislatura”.
Recordemos el caso ocurrido en Holanda en 2016, una doctora procede a eutanasiar a una mujer de 74 años, que padecía alzhéimer. Sedan a la anciana, que no tarda en perder el conocimiento, aunque consigue despertar. Es entonces cuando su hija y su esposo la retienen hasta que se completa el proceso y muere. "Quiero la eutanasia, pero ahora no", dijo en repetidas ocasiones
Es decir, el personal sanitario que esté vinculado en el proceso de una eutanasia, estará legitimado para solicitar y obtener el acceso al documento de instrucciones previas. En dicho documento puede aparecer la voluntad del paciente de que se le practique la eutanasia. Así, el médico podrá proceder. Este procedimiento se llevará a cabo cuando la persona no pueda realizar una solicitud de forma autónoma y consciente en el momento de eutanasiarlo.
Hace un año de la aprobación de la Ley de la Eutanasia, una salvajada que traspasaba la frontera ética de que la vida es sagrada y ni uno mismo y ni mucho menos un tercero puede disponer de ella. Uno de los muchos debates que levantó esta ley fue la defensa de la objeción de conciencia del personal sanitario que se negara a dar muerte, y otro de los puntos candentes, es qué pasaría si es un tercero el que dispone de la vida.
Recordemos el caso ocurrido en Holanda en 2016, una doctora procede a eutanasiar a una mujer de 74 años, que padecía alzhéimer. Sedan a la anciana, que no tarda en perder el conocimiento, aunque consigue despertar. Es entonces cuando su hija y su esposo la retienen hasta que se completa el proceso y muere. "Quiero la eutanasia, pero ahora no", dijo en repetidas ocasiones.
¿Qué pasa cuando un paciente dice en un momento de su vida que quiere ser eutanasiado, pero no especifica cuándo o se arrepiente de pedirlo? ¿Y sino puede expresar su cambio de voluntad porque ya no esté capacitado para ello? Pues a la vista del nuevo decreto, verá cómo le dan muerte, en contra de su voluntad: eso sí, es que ya dijo en su día que quería morir...