El asalto a los medios de comunicación, especialmente a TVE, un ente público que financiamos todos los españoles, ha sido evidente al ser puesto al servicio de las necesidades propagandísticas del presidente del Gobierno. Lo que no se logra imponer mediante el poder político, se obtiene utilizando los Presupuestos Generales del Estado, es decir, con los impuestos de todos. Por ejemplo, se destinan 400 millones de euros a los grandes grupos mediáticos, asegurando que la línea editorial de estos dependa de este dinero fácil, en lugar de la verdadera rentabilidad obtenida con su publicidad comercial.

La maquinaria mediática es importante como grasa consistente propagandística de los planes del Gobierno y también como disolvente de las implicaciones y corruptelas del Gobierno, su partido, los políticos amnistiados o indultar a políticos amigos o necesarios y los familiares del presidente. Y, cómo no, las uvas de la Nochevieja en TVE1 también han servido para hacer daño, descalificar y dar carta de naturaleza a la cristofobia que destila el Gobierno de Pedro Sánchez. Se lo explico porque a muchos les ha pasado inadvertido.

Durante las campanadas, los presentadores de TVE1, David Broncano y Laura Yustres Vélez, alias “Lalachus”, protagonizaron una serie de comentarios que no pasaron inadvertidos. Broncano, conocido por su humor basado en la ironía, el sarcasmo y el descrédito hacia quienes no coinciden con las posiciones progresistas, y Lalachus, dicen que es cómica, pero parece que ha generado más interés por su volumen que por su buen hacer profesional. Muy empoderada ella, se pone al frente de la cámara como icono woke, provocando que cualquier persona que opine sobre su talla peque gravemente de gordofobia. La gordofobia nunca lo he entendido, sobre todo, porque no existe su contrario, la flacofobia, bueno por algo será. Sin embargo, su actitud reveló una falta de respeto hacia las creencias religiosas de millones de personas.

Lalachus, dicen que es cómica, pero parece que ha generado más interés por su volumen que por su buen hacer profesional. Muy empoderada ella, se pone al frente de la cámara como icono woke

Bien, una vez que conocemos el escenario, la ocasión, el medio y sus protagonistas, vamos a conocer la falta de respeto. Respeto que exigen para sí y que nunca tienen para los demás. En el previo de las uvas, ambos, Broncano y Lalachus, se dedicaron a hacer gracietas y entre ellas, Lalachus dijo traer su amuleto de la suerte… Dijo: “Yo siempre llevo encima mi estampita de la vaquilla de Grand Prix, mira, esta es la mejor del mundo porque, escúchame, hemos crecido todo el mundo viendo el Grand Prix”. Todo esto con risitas aparentemente ingenuas de Broncano mientras la Puerta del Sol, a sus espaldas, se coloreaba de gritos y luces.

Pues bien, la “estampita de la vaquilla de Grand Prix” tenía en su pecho la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Sí, es una falta de respeto que ellos saben que lo es y por eso lo han hecho. No hay inocencia en la actuación y los cristianos debemos alzar la voz. La pregunta es por qué no podemos decir que Lalachus es gorda y que no gusta a la mayoría de los hombres por esa misma razón (que no lo digo yo, solo expongo el hecho), pero tenemos que tomarnos como una broma sin importancia lo que insulta a la creencia de millones de personas en España y en todo el mundo. Y es que, aunque sea un ejemplo muy socorrido, eso no lo hacen con la vaquilla del Grand Prix cuya cabeza sea la de barbudo con turbante… En fin, ¿ven ustedes alguna diferencia?

El respeto a la religión y a las creencias en una democracia -esa palabra con la que se llenan la boca los progresistas- es fundamental. Para empezar porque forman parte de la identidad y los valores personales de muchas personas, en España de mayoría católica. Además, asegura la convivencia pacífica donde coexisten distintas perspectivas sobre el sentido de la vida, el origen del universo y la moral. Sin embargo, y no es la primera vez que lo escribimos, Europa ha rechazado sus raíces cristianas por la neutralidad y admite vergonzosamente las tradiciones y prácticas de los islamistas porque “son sus costumbres”, las que no admiten la mínima opción contraria bajo el riesgo de ser acusado de delito de odio.

El respeto a la religión y a las creencias en una democracia es fundamental. Para empezar porque forman parte de la identidad y los valores personales de muchas personas, en España de mayoría católica. Además, asegura la convivencia pacífica 

La falta de respeto desde la política, cómicos, artistas y medios de comunicación progresistas rompen con principios básicos de convivencia, así como las garantías básicas de libertad individual, de pensamiento, conciencia y religión, todas ellas reconocidas como derechos humanos básicos. También rompe con la tan cacareada diversidad y pluralismo de las opiniones, culturas y formas de vida. Base indispensable de una democracia liberal. El menosprecio hacia las creencias genera tensiones sociales, polarización y puede llegar a generar hasta conflictos violentos. De hecho, no soy el único que escribe o habla sobre este asunto del que sin duda no pedirán perdón, sino que, por el contrario, nos tacharán de ultras (ya lo ha hecho el ministro Bolaños, por ejemplo), radicales, supércatolicos sin sentido del humor. Y, por último, en una democracia, todas las personas tienen los mismos derechos y deberes, independientemente de su religión o creencias. Respetar las diferencias asegura que nadie sea tratado de forma injusta o desigual debido a sus convicciones.

El respeto a las creencias es un pilar que garantiza la convivencia y los derechos en una sociedad democrática. Sin embargo, la permisividad contra los cristianos, especialmente católicos, promueve un ambiente contrario en el que hay ciudadanos de segunda categoría, que no pueden vivir con la dignidad humana y la libertad de expresar sus convicciones libremente. Ya pasó en Alemania bajo la bota nazi. Hoy no son botas, son zapatos acharolados.

Cultura, identidad, religión y derecho (Dialnet), de Rafael Palomino (coord.). Catorce investigadores y profesores universitarios reflexionan sobre el lenguaje y respeto del pluralismo cultural y religioso, minorías religiosas en las democracias contemporáneas y, por último, la antropología subyacente a las leyes españolas de elevada relevancia ética. El resultado adopta una mirada crítica y constructiva que parte de la dignidad humana como realidad objetiva y universal para promover legislaciones y sociedades más acordes con las exigencias irrenunciables de la persona. (En el enlace se accede a la obra completa en PDF).

Cristianofobia (Digital Reason), de Luis Antequera Becerra. Entre las formas negativas de relacionarse el ser humano tenemos la persecución, es decir, el ataque ensañado de un grupo humano hacia otro con la intención de ofenderlo, dañarlo, menoscabarlo o incluso eliminarlo. En el género «persecución» encontramos la persecución de minorías, aquella en la que los miembros de lo que en función de un rasgo determinado se considera una mayoría, persiguen a los que no poseen ese rasgo con la única condición de que son menos que aquellos.

Política y sociedad (Encuentro), del Papa Francisco. En un clima de total libertad, calidez y humanidad, y en los que se abordaron múltiples cuestiones, tales como la paz y la guerra; la política y las religiones; la mundialización y la diversidad cultural; los fundamentalismos y la laicidad; Europa y los migrantes, la ecología, las desigualdades en el mundo; el ecumenismo y el diálogo interreligioso, y el individuo, la familia y la alteridad.