No sé si el autor es @FAsintomatico, pero lo ha explicado a las mil maravillas. Es más, siempre me he resistido a esa idea de que en el aborto hay dos víctimas: el hijo y la madre. Con todo respeto, a mí me parece que hay una sola víctima, el hijo, y hay un segundo personaje, la madre, que, o bien es verdugo o, al menos se queda en connivente. Y sí, por supuesto, el padre que se desentiende es un miserable y si insta a su mujer a abortar, es tan culpable o más que ella. Pero víctima de la gran matanza de nuestro tiempo sólo hay una: el niño aniquilado.

No obstante, acepto que toda mujer que asesina a su propio hijo en sus propias entrañas puede quedar, si tiene algún escrúpulo de conciencia, abatida por lo que ha hecho. Uno de esos dolores de corazón que sólo Dios y el arrepentimiento sincero del hombre pueden evitar que acabe en patología. Pero tanto como víctima… 

Por tanto, hablemos de aborto, del que se habla poco, del que parece que el pensamiento dominante sólo quiere que hablen los políticos y con el apelativo de derecho humano universal... que tiene bemoles la copla. Conste que nunca lo conseguirán: el aborto es algo tan bestial que no se puede ignorar: lo entierras y resucita.

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Lo que sí puedes enterrar, al menos ocultar y por manipulación, son las dos formas de aborto del siglo XXI, dos formas de asesinato: el del más inocente e indefenso de todos los seres humanos: el concebido y no nacido. Esas dos formas de asesinato son muy simples. Se llaman anticoncepción y fecundación asistida, la FIV

Que no se engañe el Nuevo Orden Mundial (NOM): ni tan siquiera en una sociedad degenerada como la actual, se hubiera generalizado el aborto si no fuera porque la anticoncepción, el aborto químico, aniquila al nuevo ser cuando aún no se le ve y casi no se le siente. Es la norma del mundo actual: lo que se no se ve no existe y Cassius Clay resultaba más interesante que Teresa de Calcuta porque pesaba cinco veces más. Pero el aborto químico ha matado a muchas más personas que el aborto quirúrgico. Luego iremos con ello. 

La mujer de la escultura del artista eslovaco podría haber tomado la píldora que habría matado a su bebé, pero, entonces, ni lo habría visto ni lo habría sentido. Esta es la cuestión: ¿Cómo va a ser un ser humano si es tan pequeñito? ¿Cómo va a ser un grupo de células llamado embrión un ser humano… si no es más que un grupo de células que sólo se pueden ver al microscopio?

Es una forma de pensar muy apropiada al mundo actual, a pesar de que el mundo digital que nos rodea tampoco lo vemos, escondido como está en un chip, en un microprocesador. Pero así es. Y se trata de una forma de pensar absolutamente mayoritaria. Así los millones de mujeres que toman la píldora no tienen ni idea de que están abortando a su hijo, pero así es: desde el momento mismo de la fecundación existe un ser humano, muy pequeñito pero con un código genético distinto del del padre y distinto del de la madre. Ya es una persona, y el anticonceptivo puede actuar antes o después de la fecundación.

Concluyendo: toda píldora que se vende hoy en las farmacias, aunque no se clasifique de abortiva, lo es o al menos puede serlo. Todo antibaby comercializado hoy, en 2024, es potencialmente abortivo: usted puede haber matado a su hijo y me imagino que no querrá jugar a la ruleta rusa con este asunto. Es más, los grandes laboratorios, que han hecho fortunas con su venta, dicen que eso no es un aborto, tan solo una píldora anti-baby. Si la gente se diera cuenta de ello su negocio se vendría abajo. Pero no es así. Repitamos la verdad: todos los anticonceptivos que existen hoy en el mercado actúan tanto antes como después de la fecundación. Por tanto, el aborto químico es hoy una realidad mucho más preocupante aún que el llamado aborto quirúrgico. 

En segundo lugar, el aborto de nuestro tiempo, del siglo XXI, se llama fecundación in vitro (FIV). Aquí la hipocresía aún es mayor que en el anticonceptivo, dado que encima las clínicas FIV, un negocio opíparo, se presentan como dadoras de vida, cuando no aportan otra cosa que la muerte de seres humanos: por cada nacimiento que consiguen has matado a un número difícil de cuantificar de embriones humanos o has perpetrado abortos selectivos, o has eliminado embriones como un nazi que separa los buenos de los malos, o has congelado seres humanos en una nevera. La FIV es un verdadero matadero y un negocio mucho mayor que los abortorios.

Además, la FIV es el mayor banalizador de las relaciones humanas. La mayoría de los niños nacidos de este tipo de fecundación artificial son hijos sin padre, o sin madre, biológicos. Ya saben: un donante de esperma que pasaba por allí o una donante de óvulo, que años más tarde podrán preguntarse si el chaval que se acaban de cruzar por la calle no será su hijo. Todo esto es muy romántico.

Y mucho más digno: lo verán ustedes en cualquier hospital. Pues bien, la FIV es el aborto del siglo XXI y la mayor manipulación de seres humanos de la historia.

Posdata: aquellos católicos, incluso bien formados, que distinguen entre aborto y anticoncepción, a través de un montón de excusas, están engañando a la gente. Hoy en día, repito, todos los anticonceptivos que se venden en la farmacia son potencialmente abortivos: actúan antes de la fecundación… ¡y actúan después!, si se ha producido ya la concepción: todos.

Por otra parte, la famosa justificación de quien dice que toma anticonceptivos para regular el ciclo no para abortar, siempre me ha parecido obra de teólogos-leguleyos -el ’teoleyo”- de los que retuercen los argumentos para ceder en lo que no se puede ceder y llegar a la perversión que se pretende: aborto no pero anticonceptivos, según la intención, sí.  Pues mire, va a ser que no: porque aborto y anticoncepción artificial son exactamente lo mismo.

Católico; no te hagas trampas en el solitario. La píldora no la tomes jamás o te arrepentirás de ello. A la FIV no acudas nunca o entrarás en un patio de los horrores. Eso sí, decorado de forma exquisita.

¿Que no es posible vivir así? A ver si es que no sabes amar...