Mi amigo Pablo Ginés no ha realizado un mero artículo periodístico en Religión en Libertad, ha publicado un ensayo en toda regla acerca de Los Anillos del Poder, la serie de Amazon basada en El señor de los Anillos, del amigo John Ronald Reuel Tolkien, que culmina la obra de literatura más grande del siglo XX, iniciada, aunque con analepsis, en el Silmarillion. Aseguran que es la serie más cara de la historia.

A la genialidad no se le deben hacer añadidos. Si acaso, prolongaciones, y Ginés lo ha dicho todo. Léanle a él y no a mí. 

Me atrevo, eso sí, a título de prolongación, a añadir a sus ideas que la serie es un fracaso, porque se basa en Tolkien pero se aleja de Tolkien cada dos por tres, y yo sólo tengo que añadir que la causa de ese alejamiento está en las primeras líneas de la primera obra de la saga tolkiniana, del Silmarillion.

Ojo al dato: “En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento”.

Yo juraría que esto suena un poco parecido a los primerísimos versículos del Evangelio de San Juan: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Que Amazon no la entienda a Tolkien, aunque haya empleado cientos de millones de dólares en su puesta en escena, no es culpa mía, ni de Pablo Ginés, ni de JRR Tolkien. Es que Amazon es propiedad de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo pero no el más inteligente

Los textos se parecen, ¿verdad? Y si no se entiende la obra genial del británico como una recreación de la historia de la redención, que es la historia de la humanidad, entonces no se entiende nada.  

A ningún autor le gusta que califiquen su obra como ‘alegoría’, pues todo novelista aspira a que su obra sea una creación y no una mera recreación. Aunque se trate de un plagio de la Biblia. Tolkien negó siempre que El Señor de los Anillos fuera una alegoría del texto sagrado a pesar de su fe cristiana profunda. 

Pero estoy seguro que un personaje tan sabio como el profe de Oxford tenía la humildad suficiente para, más allá de distingos académicos, reconocer que el hombre nunca crea, en el mejor de los casos hace recrear lo ya creado por Dios. Y ahí radica su genialidad.  

En resumen, la serie de Amazon no tiene nada que ver con El Señor de los Anillos. No es una lucha por supervivencia, eso sólo es una estupidez, dicha por uno de sus actores, es una historia de la humanidad en origen. 

Me preocupa mucho esa costumbre de algunos actores, incluso grandes actores, incapaces de comprender el personaje que están representando… aún cuando lo representen muy requetebién. Sencillamente, no entienden lo que están haciendo

Por cierto, me preocupa mucho esa costumbre de algunos actores, incluso grandes actores, incapaces de comprender el personaje que están representando… aún cuando lo representen muy requetebién. Sencillamente, no entienden lo que están haciendo.

El señor de los Anillos no es más que una historia de la redención del hombre por Cristo. Es, sin duda, la novela del siglo XX y una de las grandes obras literarias de la historia, considerando que en ese elenco no deberían colocarse más de 10.

Que Amazon no la entienda, aunque haya empleado cientos de millones de dólares en su puesta en escena, no es culpa mía, ni de Pablo Ginés, ni de JRR Tolkien. Es que es propiedad de Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo pero no el más inteligente.