Último libro revelaciones de la Virgen María a la madrileña Margarita de Llano (sí, creo en estas revelaciones sobrenaturales) un domingo 12 de septiembre de 2021. Al fondo, una ruidosa juerga juvenil que presagia la resaca del lunes. Escuchemos esta descripción de la situación actual de España según la Madre de Dios. Merece la pena: "Me hacéis sufrir vosotros, hijos, ¡padres de la nación española!, que, en aras de buscar vuestra prosperidad, os procurasteis vuestra ruina en los hijos". ¿Acaso no es la historia más sucinta y mejor contada de nuestra generación, la del paro? ¿Acaso no nos hemos preocupado, antes que nada, en nuestra mejora profesional y pecuniaria, en lugar de tener hijos y trasmitirles la fe? 

Pero no caigamos en la desesperanza: "Mirad hijos, si no estuvierais todavía a tiempo, vuestra madre no estaría aquí, bajo estas líneas, diciéndooslo y llamándoos a ello, a hacerlo. ¡Podéis hacerlo! ¡Podéis! ¡Hacedlo!".

Y luego hay que arreglar el desaguisado que hemos creado: "En lugar de buscar como objetivo principal que vuestros hijos cambien sus costumbres, cambiad las vuestras. ¡Cambiad las vuestras!".

Si el cambio no fuera posible no estaría la Madre de Dios tan activa

Santa María se vuelve luego hacia los jóvenes vocingleros, ya todos ellos convertidos en bueyes: "Ahora yo iré a ellos tratando de consolarlos. Y en algunos no lo logro. Es tanta su desesperación y su tristeza". 

De nuevo el reclamo ante esta generación, la mía, los actuales padres de la juventud española, alguno ya abuelo pero esta vez desde el punto de vista de los adolescentes: "Y a ninguno se le va a ocurrir acudir a sus padres. Las niñas sí, quizá para que les acompañen al médico para obtener su píldora del día después, o quizás ya nada de eso, pues se puede obtener con facilidad en las farmacias". 

Y el final de esta revelación mariana resulta lo más doloroso, es el secreto del porqué las cosas parecen ir siempre mal, la habitual excusa para no tratar a Dios, la razón oficial de la inmensa mayoría de los ateísmos: si Dios realmente existiera no permitiría esta degeneración, no permitiría tanto dolor, tanta desesperación. 

María responde así: "Decís: 'nada es imposible para Dios'. Pues hay una cosa imposible para Dios: vosotros, si no queréis. Dios no puede contra la libertad del hombre que se niega a hacer caso de su elección".

Sí, la libertad humana constituye la impotencia de Dios, presa de su propia creación: creó al hombre libre y el hombre puede elegir entre amarle u odiarle. Recuerden lo de Teresa de Ávila: "Yo quise, Teresa, pero los hombres no han querido".

La generación de los años sesenta hemos dejado a nuestros hijos una España desesperanzada, muchas veces suicida. Y somos culpables

La libertad humana constituye la mayor grandeza del hombre pero fácilmente se convierte en su tragedia. Depende de nosotros.

Pocas veces España había caído tan bajo como ahora, en el siglo XXI. Tiene solución, pero la solución no está en Pedro Sánchez, pueden creerme. Está en Santa María porque España es la tierra de María. 

Termino con una cita del Cardenal Sarah, que recoge Religión en Libertad: la feroz apostasía que sufrimos tiene un origen muy claro: la tibieza. No de los jóvenes que son sino de los padres que fuimos. Les hemos dejado un mundo para el suicidio.