Extraído del magnífico Magnificat de Pablo Cervera, una oración dedicada a la Virgen María, Madre de Dios, festividad que celebramos hoy, 1 de enero. Son alabanzas de los Reyes Magos, a quienes califica como caldeos (hoy hablaríamos de iraquíes), según un texto extraído de la liturgia bizantina. Ahí va:

Salve, madre del astro sin ocaso.
Salve destello del místico día. 
Salve, tú apaciguas el fuego del fraude.
Salve, tú iluminas a los iniciados en la Trinidad.
Salve, de su imperio derrocaste al tirano inhumano. 
Salve, tú mostraste a Cristo, Señor y Amigo del hombre. 
Salve, tú del bárbaro culto nos libraste.
Salve, tú nos proteges de las obras del fango.
Salve, tú cesaste el culto del fuego.
Salve, del fuego de las pasiones nos apartas.
Salve, para los fieles guía de prudencia.
Salve, gozo de todas las generaciones.
¡Salve, virginal esposa! ¡Aleluya!
 

No, lo del fango no tiene nada que ver con Sánchez, es otra cosa, mucho más seria. Y lo de tú cesaste el culto del fuego no es otra cosa que el culto satánico, hoy tan de moda, del que hablábamos días atrás, porque la barbaridades aparentemente ingenuas de hoy ya eran conocidas anteayer. 

Pero sí les pido que reparen en la exclamación: Salve, tú del bárbaro culto nos libraste. No del bárbaro inculto sino del culto, que es mucho más peligroso. Y como uno de los reyes del siglo XXI es la pedantería aconsejo vivamente la relectura y, sobre todo, la puesta en práctica de esta profunda jaculatoria durante 2025: Madre de Dios, líbranos del bárbaro culto. Del inculto ya nos encargamos nosotros solitos. Entre otras cosas porque, insisto, dada la pedantería, la anti-sabiduría, imperante en el siglo XXI, dado ese culto a la petulancia, que es como las baratijas que brillan y por la que sólo suspiran los ingenuos, por el pedante se pelean muchos cuando el pedante no vale ná. 

Madre de Dios: líbranos del “bárbaro culto”. Es decir, líbranos del pedante y de la pedantería, esa víbora ensoberbecida y venenosa. Del bárbaro inculto ya nos ocupamos nosotros. Y esto ya lo pensaban y decían los bizantinos: tú, líbranos del “bárbaro culto”.