Marcha por la Vida, que comenzará en breves horas, en Madrid. Dábamos cuenta ayer de la necesidad de una Eucaristía por la Vida, callejera, que repare conciencias y se muestre valiente ante la mayor matanza de nuestra época, que no es la guerra sino el aborto, como ha subrayado el obispo de Córdoba, Monseñor Demetrio Fernández.

Ahora bien, dos cuestiones. La primera: en 2025, convendría dar un salto desde el aborto quirúrgico al químico, mucho más numeroso. En este sentido, conviene advertir.

Dos verdades ocultas: todos los anticonceptivos que se venden en la farmacia son potencialmente abortivos. Es una verdad científicamente demostrable porque todas las píldoras antibaby actúan antes de la fecundación pero, si fallan y finalmente se produce la concepción, también actúan después de, es decir, cuando ya existe un nuevo ser humano con un código genético individuado, distinto del código genético del padre y también del código genético de la madre. Es decir, un ser humano distinto, único e irrepetible aunque hablemos de unas pocas células.

La otra verdad: que la FIV no es vida es muerte y que tener hijos no es un derecho, sino un deber. Una maravilla, un espléndido regalo, pero recordando siempre que el niño tiene derecho a tener un padre y una madre, a conocer su origen y si lo quieren en pocas palabras, pero muy entendibles, a ser querido. Por todo ello, la Iglesia, algo que tampoco suele decir, condena la fecundación in vitro

Son dos verdades incómodas, que no suelen ser aceptadas por muchos, incluso por algunos pro-vida que las consideran demasiado exigentes y que prefieren refugiarse en su lucha contra el sanguinolento aborto quirúrgico, que sí, que afecta al nasciturus ya en una mayor etapa de desarrollo, pero recuerden la gran mentira abortera consistente en defender, al menos imaginar, que la importancia de un ser humano depende de su tamaño: sólo existe aquello que se ve con los ojos y, por tanto, lo grande es más digno de tener en cuenta que lo pequeño... de lo que debemos deducir que Mohamed Alí era una persona mucho más importante y relevante que la diminuta Teresa de Calcuta.

¡Feliz marcha por la vida!, anticipada a la Festividad de la Encarnación del Dios-Hijo, que se celebra el martes 25.