El nuevo plan de Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior... y uno de nuestros peores ciudadanos, lo explicaba mejor que bien Pablo Ferrer en Hispanidad: se trata de perseguir cualquier atisbo de libertad de expresión y ahora el Sanchismo, verdadero obseso liberticida, quiere aplicar los delitos de odio, no sólo a la libertad de prensa, es decir, usar esta figura absurda del odio, no sólo contra los periodistas, sino aplicarlo a las redes sociales, es decir, al periodismo ciudadano, es decir, al conjunto de la ciudadanía.

El delito de odio empieza y termina en censura para los buenos e impunidad para los malos. Constituye uno de los inventos más eficaces del Nuevo Orden Mundial (NOM) con fuerza de ley y penas fijadas por los tribunales... por la tremenda falta de "no pensar como yo"

Y además, con la rabia que implica, para unos personajes tan molestos como Sánchez y Marlaska, de que apenas lleguen a 2.000 las denuncias por delitos de odio que se presentaron en España durante 2024, un 10% menos que un año antes. Pues bien, que ahora también Marlaska quiere perseguir las redes sociales. Es decir, que va a necesitar más vigilantes que vigilados, pero alguno caerá en las redes y será acusado de odio, especialmente de homofobia, porque es el lobby gay quien con más ahínco ha aprovechado el el artículo 510 del Código Penal, donde un juez decide si eres un odiador y te puede condenar a cuatro años de cárcel.

En resumen, ¿delitos de odio u odio a la sensatez? Habrá que repetirlo: los delitos de odio no son otra cosa que la mordaza impuesta al discrepante. Especialmente, la mordaza impuesta al sentido común y al cristiano, es decir, a lo natural y a lo sobrenatural, que son las dos realidades que no acepta el discurso cultural imperante. 

Una sociedad que confunde delito y pecado resulta radicalmente injusta, porque sólo Dios sabe lo que pasa por la conciencia del hombre

A la postre, el delito de odio empieza y termina en censura para los buenos e impunidad para los malos. Constituye uno de los inventos más eficaces del Nuevo Orden Mundial (NOM) con fuerza de ley y penas fijadas por los tribunales... por la tremenda falta de "no pensar como yo". 

Delito de odio es confundir delito con pecado. Y claro, una sociedad que confunde delito y pecado resulta radicalmente injusta, porque sólo Dios sabe lo que pasa por la conciencia del hombre.