El marxismo, como fermento de la lucha de clases ha desaparecido pero ha sido sustituido por otra ideología aún más majadera y peligrosa: el marxismo de género
Es el meme que corre por Internet y la verdad es que resulta divertido ... y hasta siniestro. Sobre todo la última imagen.
El marxismo es la teología -atea, pero teología- más venenosa de la era moderna y la que mejor se ha ido de rositas por la historia. Comenzó, y sigue siendo, ferozmente anticristiana y su planteamiento filosófico se resume en una palabra: igualdad.
Recuerden la insistencia de Pedro Sánchez durante el debate del pasado martes con Alberto Núñez Feijóo, en el Senado. Se empeñaba el presidente del Gobierno -y se ofendía, si no se lo aceptaban- en que él era un socialdemócrata.
Es lógico, un ególatra como Sánchez no puede ser pillado en falta. Por ello, y dado que el comunismo tiene mala prensa por el pequeño detalle de haber asesinado a millones de seres humanos, Sánchez se apuntó al socialismo… y al descubrir que tan marxista es el uno como el otro y que, al igual que las historias rosas siempre terminan en verdes, el socialismo siempre acaba en estalinismo o maoísmo, pues entonces se ve que Sánchez se empeña en autocalificarse como socialdemócrata.
Entonces, ¿los marxistas de antaño eran ultras? Por supuesto, pero eran ultras de la justicia social, con la igualdad económica como objetivo o, al menos, como excusa para lograr el poder. Pero claro, ese marxismo clásico conducía a la URSS y ahora sabemos lo que fue el régimen de los soviets o el maoísmo.
No, la nueva creación del marxismo es el ultra de género. Los nuevos marxistas, por ejemplo Sánchez, son ultras de género, verdaderos majaderos que pretenden competir con Dios creando un nuevo ser humano… no especialmente agraciado. Son ultras de género y (ver este sugerente vídeo sobre la locura actual del marxismo de género, y ahora marxismo de especie), atención ultras en su odio a Cristo y al cristianismo.
Esto se está saliendo ya de madr3..
— ladyblue (@MariaMu24417972) September 6, 2022
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Por explicarlo de una forma más simple: Sánchez se presenta como un hombre, un socialdemócrata. Y lo es, porque su lucha por la justicia social no es lucha de clases ni tendencia a la dictadura del proletariado: consiste en repartir subvenciones para mantener un electorado cautivo, un pesebre bien dotado y muchos estómagos agradecidos. Pero erradicar la pobreza, al señor Sánchez le importa un comino. En este sentido, es un moderado.
Donde practica el radicalismo es en ideología de género, una de las mayores chifladuras de la historia de la humanidad, donde se niega la evidencia de que todo hombre nace varón o mujer y nadie nos ha pedido permiso para ello, pues 'somos nacidos’… y, también, Sánchez es un ultra en su odio al cristianismo.
El marxismo de género califica a todo católico coherente con su fe como un ultra, un radical, un extremista. Sus ideas no pueden ser aceptadas en democracia. Por eso, un ejemplo entre mil, se castiga a quien se atreve a rezar ante un abortorio ¿Penado por rezar? Eso mismo.
El marxismo, como fermento de la lucha de clases ha desaparecido pero ha sido sustituido por otra ideología aún más majadera y peligrosa: el marxismo de género. Y tanto la dictadura del proletariado como la ideología de género odian a los cristianos.
De hecho, recuerden que lo único que une a lo que en España llamamos la mayoría de investidura y a la que el PSOE se refiere como mayoría social, es sólo una cosa: su odio a Cristo. En el resto, difieren, más o menos.