Lo decía el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que hablaba 'ex cátedra', desde la tribuna del Congreso de los Diputados: "Hay parejas que no quieren tener hijos y quizás deberíamos pensar en que eso también es una opcióndemocrática".

Aparte de que podríamos preguntarnos -pura curiosidad intelectual- qué hace la gente para no tener hijos, lo más curioso es que don Pedro considera que bueno y democrático son sinónimos. Yo le entiendo: ama tanto la democracia nuestro señor presidente que no establece distingos entre ambos conceptos.

Pero sí que los hay. Por ejemplo emborracharse es muy democrático pero no es bueno. Ser un egoísta redomado es democrático, al menos mientras pagues tus impuestos, pero no es bueno. Si padeces de insomnio no atentas contra la democracia ni contra la Constitución pero no resulta ni bueno ni agradable.  

La gente no quiere tener hijos, pero sí mascotas, preferentemente perros. Yo les entiendo: un perro te puede morder pero nunca ofende. Un niño crece y puede molestar y hasta ofender.

Pero lo mejor viene cuando el lobby feminista y el lobby gay han elevado la anécdota a categoría y han pasado de tener menos hijos a no tener ninguno y sublimar la infecundidad de la no-paternidad hasta convertir la esterilidad en un ideal glorioso. Chesterton resumía hace 100 años esta postura con palabras extraídas del discurso feminista: "Los hombres están empezando a rebelarse contra la vieja costumbre tribal de desear la paternidad. El varón se está despojando de los grilletes de ser creador y hombre. Cuando no tengan sexo, habrá igualdad. No habrá mujeres ni hombres. No habrá más que una fraternidad, libre e igual"

Y añadía: "El único pensamiento de consuelo es que esto sólo durará una generación". 

En efecto; si nadie tiene hijos, ¿cuánto tardaría la raza humana en desaparecer de la faz de la tierra? Esta generación, ¿será la última?

Por el momento, ya tenemos más perros que niños. Mientras, el proceso continúa: egoísmo, auto-elevación, castración.