A Maximiliano Kolbe se le considera el iniciador de toda esa pléyade de consagraciones del católico a la Madre de Dios que han proliferado en las más distintas obras de María
El 15 de agosto, festividad de La Asunción de la Virgen María a los Cielos, el último de los cuatro dogmas marianos, se celebran las fiestas patronales más socorridas de toda España. No sé cuántos pueblos de España y bajo cuántas advocaciones (Montserrat, La Paloma, etc.) celebran sus fiestas patronales en este día: sin duda, centenares.
Pues bien, el 15 de agosto viene precedido por el 14, dedicado al franciscano polaco Maximiliano Kolbe... y ambas fiestas se unen de suyo por algo más que el calendario.
La historia de la muerte de Kolbe es bien conocida. Durante la II Guerra Mundial, alguien se fuga del campo de exterminio nazi de Auschwitz, en Polonia. En represalia, los nazis eligen a 10 reclusos a los que iban a asesinar. Uno de ellos se llama Francisco Gajowniczek y llora porque va a morir dejando mujer e hijos pequeños. Otro prisionero, el franciscano Kolbe, se ofrece al oficial nazi para morir por él y este acepta.
Yo he estado en la celda, de un metro cuadrado, donde, sin compasión alguna, a pesar de su gesto, estuvo encerrado Maximiliano Kolbe durante 14 días. Para incredulidad de sus verdugos, aquel hombre, tras 14 días sin comer ni beber, sin poder acostarse, de pie o en cuclillas, mantenía la vida, así que le administraron una inyección letal. Al parecer, su sadismo necesitaba su celda de tortura para algún otro.
Pero Kolbe había hecho muchas otras cosas antes de morir en Auschwitz, hasta en Japón. Por ejemplo, fundó la Milicia de la Inmaculada, fue un editor del siglo XX en todas las lenguas posibles, siempre con publicaciones dedicadas a María. Vamos, que debería haber nacido en España, tierra de María.
Se le considera el iniciador de toda esa pléyade de consagraciones del católico a la Madre de Dios que han proliferado en las más distintas obras de María.
Yo le considero algo más: le considero uno de los primeros en caer en la cuenta de que tras la herejía modernista, la madre de todas las herejías, era el momento de María. Del modernismo hablaré más a medida que se acerque la fiesta de san Pío X (21 de agosto), el Papa que denunció expresamente el modernismo. El ministro en funciones, Félix Bolaños, lo traduciría por progresismo y el cardenal Newman, un poco más instruido que ‘el Bolas’, calificó al modernismo como “liberalismo religioso”. Pues bien, atrevido como es uno en su ignorancia, me atrevo a decir que Kolbe se percató de que la Segunda Venida de Cristo estaba próxima, de que, por tanto, el diablo anda suelto (de hecho, el nazismo no parece sino una más de las puestas en escena de que el diablo ‘anda suelto’) y de que las dos armas para esta gran batalla final son la Eucaristía, siempre, y la Virgen María.
Pío XII, apenas 10 años después del martirio de Kolbe, el 1 de noviembre de 1950, proclamaba el dogma de la Asunción de María.
Este es el momento de la Madre: 14 y 15 de agosto de 2023, dos festividades unidas.
Vamos, que este es el momento de la Madre... y España es la tierra de María. Los españoles somos los hijos favoritos de la Madre de Dios. Esto no fue proclamado por Pío XII en 1950: lo proclama el eximio teólogo ‘Eulogius Lopecis’, un 15 de agosto de 2023. O así, que dijo un vasco.