El elenco de imposturas de Pedro Sánchez no tiene fin
Merece la pena re-ver el discurso de Sánchez, allí, en la soledad, es un decir, de Moncloa, mientras -Javier Fortes proclama- allá al fondo, en Palacio, se oían los gritos de entusiasmo de los funcionarios cuando don Pedro, el adorado, ¡dejadme solo!, tras amagar por tres veces con que lo mejor era marcharse, aseguró, por fin, que se iba a sacrificar por los españoles e iba a seguir en la brecha. ¡Cuánto alborozo, chicos, seguiremos cobrando!
¡Cuánto coraje! ¡Cuánta empatía! Sólo faltaba Marisu, para exhalar aquello de "Pedro, te necesitamos! ¡No te vayas Pedro!... este viejo corazón no puede resistir tantas emociones y, sobre todo la cursilería de Javier Fortes.
La duda que siempre provoca Sánchez es esta: ¿se trata de un mentiroso o es que se cree sus propias mentiras?
Feijóo tiene razón. Mientras estés en Moncloa, esposas y esposos, del presidente o presidenta, mejor que se estén quietecitas y quietecitos. Ya se les compensa su quietud con otros privilegios. Y que no se conviertan en una "conseguidora de fondos"
Empecemos por su escaso poso intelectual. En su alocución televisiva, aseguraba el presidente que la ola de reaccionarios que nos invade y que él afronta con mucha entereza, niega el "debate basado en evidencias". Además, en su entrevista posterior en RTVE, que seguramente pasará a la historia del periodismo, se lió con no se qué evidencia científica sobre la vacuna contra el sarampión, que algunos gringos se niegan a ponerse, señal inequívoca de que el PP es fascista.
A ver, campeón, debatir sobre evidencias es una contradicción in terminis. Si algo es evidente, no necesita debate alguno, porque evidente es lo que se ve, no necesita ser razonado. Lo que tú quieres decir -y no sé si sabes lo que quieres decir- es que para razonar hay que aceptar que existen una serie de evidencias y de dogmas (ya sé que esto te gusta menos pero la evidencia es a la materia lo mismo que el dogma a la razón) que hay que aceptar sí o sí, sobre las que no hace falta debatir porque no se pueden razonar... porque son evidentes. Las evidencias son como las tautologías: algo que no hace falta demostrar porque se muestra por sí solo.
Pero, además de la mentira intelectual existe la mentira -también conocida como bulo- con mala intención, que tan sólo retuerce los argumentos del contrario. Ejemplo: Pedro Sánchez.
A ver: resulta que Feijóo dijo que la señora esposa del presidente debería haberse quedado en Moncloa mientras su esposo sea presidente.
Pues bien, Sánchez, otra pose, se rasgó las vestiduras asegurando que Feijoó quería, como un franquista cualquiera, que las señoras vuelvan a estar en casa y con la pata quebrada. Es lo que se llama una mentira-manipulación. Mire usted, señor presidente, Feijóo tiene toda la razón: la esposa del presidente, o el esposo de la presidenta, lo mismo da, mientras su cónyuge esté en Moncloa, mejor que se estén quietecitas o quietecitos, que ya se compensa su quietud con otros privilegios. Y que no se dediquen, desde luego, a convertirse en una... "conseguidora de fondos".
Si extrapolamos la difamación sobre el poderoso a la categoría de delito... tampoco se podrá criticar al poder y nos habremos cargado la libertad de expresión y la de prensa... que es, exactamente, lo que pretende Sánchez
Tercer toque, pero podríamos citar otros muchos: la libertad de expresión no puede convertirse en libertad de difamación. Cierto, la difamación es algo inmoral pero no tiene por qué resultar ilegal.... y parece claro que usted no cree en Dios sino en el Estado de Derecho.
Difamación es atentar contra la fama de alguien pero con la verdad. Calumnia es cuando se atenta contra el honor ajeno con la mentira. Sobre la calumnia nadie tiene dudas: debe ser perseguida, pero sobre la difamación y más sobre gente con poder... pues hombre.
Porque si extrapolamos la difamación sobre el poderoso a la categoría de delito... tampoco se podrá criticar al poder y nos habremos cargado la libertad de expresión y de prensa... que es, exactamente, lo que pretende Sánchez.
Mentiras, medias mentiras, manipulaciones, conversión de tautologías en principios, confusión de difamación y calumnia, deificación de los principios democráticos que me conviene y olvido los que me molestan... el elenco de imposturas de Pedro Sánchez no tiene fin.
En todo caso, ¡españoles, la patria está en peligro con este señor en Moncloa! ¡Acudid a salvarla!