Multa histórica, así podría calificarse las 585.000 libras esterlinas -más de 700.000 euros- que la Universidad de Sussex tendrá que pagar a la catedrática Kathleen Stock por no haber defendido la libertad de expresión y la libertad de cátedra. 

En 2021, Stock tuvo que presentar su renuncia como experta en filosofía analítica tras enfrentarse a amenazas de muerte por sus opiniones críticas a la identidad de género. Las presiones estudiantiles consiguieron que la reputada catedrática dejara su trabajo, por defender que sólo existe el sexo biológico. Stock publicó un libro que cuestionaba si la identidad de género era más "socialmente significativa" que el sexo biológico. Y esto enfureció al colectivo trans. 

La investigación, llevada a cabo por la Oficina de Estudiantes (OfS, por sus siglas en inglés), determinó que la Declaración de Política de Igualdad Trans y No Binaria de la universidad tuvo un "efecto paralizador" tanto en el personal como en el alumnado, lo que significó que se "autocensuraron" y "no hablaron ni expresaron ciertas opiniones que eran legales".

El regulador de la educación superior ha declarado que la investigación encontró “violaciones significativas y graves” de la libertad de expresión y de la gobernanza en la institución. La OfS ha asegurado que la declaración de política de la universidad sobre la igualdad trans y no binaria, incluido el requisito de "representar positivamente a las personas trans", podría llevar a que al personal y a los estudiantes se les impida expresar opiniones opuestas.

En una declaración, la Universidad de Sussex ha denunciado que el regulador estaba decidido a hacer de su caso un ejemplo y a "afianzar una posición libertaria extrema sobre la libertad de expresión" y avanzó que recurrirá el fallo.