Ya han pasado 100 años desde que el 'jovial periodista' Gilbert Chesterton describiera la crisis de la prensa, calcadita a la de ahora mismo, con esta divertida historia: aseguraba don Gilberto que "dos líneas impresas pueden callar a 200 testigos veraces. Supongamos que el doctor Clifford y yo nos emborrachamos en el restaurante Holborn y tratamos de matarnos con botellas de champán; la historia circularía inmediatamente y todos los hombres se la contarían a sus esposas al volver a casa. En la era anterior a los periódicos resultaría un relato histórico tan sólido como la batalla de Blenheim. Pero en la época actual, un periódico se pondría en movimiento para ocultar y negar el escándalo. Yo escribiría una carta al Times diciendo que el doctor Clifford era mi amigo del alma o que no lo había visto en mi vida. El doctor Clifford escribiría al Times diciendo que yo era la persona más noble que había conocido en su vida o que se encontraba en el Cairo en el momento de los hechos. El público creería el periódico en contra de los testigos. Al final, sospecho, incluso los testigos creerían al periódico en contra de sus propios ojos". 

Esto que cuenta Chesterton es la misma técnica que hoy utiliza el departamento de propaganda de Moncloa, mismamente ante las manifestaciones anti-Sánchez de la calle Ferraz.

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Ningún periodista con cierta experiencia puede negar que esto es lo que ocurre hoy con tantas cuestiones como, mismamente, las sinvergonzadas del ministro Félix Bolaños con la verdad o las verdaderas razones, siempre negadas de Pedro Sánchez para somete a España a la humillación 'Puchimón'. Llega un momento en que hasta los testigos presenciales duden de sí mismos para abrazar los dictados del Canal 24 horas de RTVE.

Pero la genialidad de Chesterton para denunciar a la presa vendida de su tiempo, más pluralista que la de 2023, no acaba ahí. Lean su descripción sobre dos millonarios de su época, Andrew Carnegie y John Pierpont Morgan: "Los que adulan al señor Carnegie no dicen que es sabio como el rey Salomón, o valiente como el dios Marte. Ojalá lo dijeran. Los periodistas que escriben acerca del señor Pierpont Morgan no dicen que sea hermoso como Apolo. Ojalá lo dijeran. Lo que hacen es coger su vida superficial y modos, ropa, aficiones, amor a los gatos, antipatía a los médicos o lo que sea y después, con todo esto, que es real, convierten al hombre en profeta y un salvador de su clase, mientras que no es más que un hombre particular y estúpido al que le gustan los gatos o le desagradan los médicos. El adulador antiguo daba por hecho que el rey era una persona ordinaria y se afanaba por hacerlo extraordinario. El adulador de nuevo cuño, más astuto, da por hecho que es extraordinario y que por lo tanto las cosas rutinarias de él serán interesantes".

Y encima no se sentirá adulador sino un periodista 'objetivo'. Adula al poderoso, político o millonario de esta guisa: lo que quieran pero si es tan poderoso alguna razón habrá, no se llega hasta ahí porque sí. 

O bien, ese poderoso vive en el Olimpo, sí, pero es un demócrata, porque tiene los mismos gustos estúpidos que yo mismo.

Es el mundo mediático frente al mundo real. Y si creemos más a las pantallas que a nuestros propios ojos... tenemos un problema.

La crisis actual de la prensa puede resumirse así: si es poderoso por algo será... y alabaré al poderoso a lo moderno, convirtiendo la vulgaridad del poderoso en algo extraordinario. 

Nos está ocurriendo a los periodistas de la era digital lo de aquel viejo chiste del Franquismo, en el que un viajante negaba las realizaciones ingenieriles urbanísticas de las que blasonaba un ministro del Régimen. El viajante aseguraba que todas aquellas realizaciones de las que presumía el preboste las había visto él y no eran ni la mitad de la mitad. Entonces fue cuando un periodista de la época espeto al criticón:

-Pues menos viajar y más leer la prensa.

Queridísimos colegas, un consejo: la verdad no sale de la confrontación de opiniones. De hecho no sale de sitio alguno: está ahí. Si quieres saber si llueve no hace falta que preguntes al PSOE y al PP, ni a dos páginas -o a 14- distintas de Internet, ni a Maldita ni a Newtral. Más bien saca la mano por la ventana y comprueba por ti mismo si caen gotas. 

En cualquier caso, se está distanciando el universo mediático del universo real. De entrada, si creemos más a las pantallas que a nuestros sentidos... es que tenemos un problema.