
La Policía Nacional recibió el aviso de que había un hombre reteniendo a un sujeto y diciendo que este había agredido sexualmente a su hija, de 14 años. Fue el propio padre de la víctima el que buscó, localizó y retuvo al sospechoso en la vía pública hasta la llegada de los agentes.
Cuando se personaron, encontraron a un vecino sujetando a un joven. El hombre explicó a los policías que ese chico había obligado a su hija, menor de edad, a practicarle una felación, y que la amenazó con matarla si no lo hacía. La agresión sexual habría tenido lugar a principios del presente mes de febrero.

La Policía arrestó al sospechoso, un joven de 21 años y origen nigeriano. Él aseguró que la adolescente es su novia, que las relaciones sexuales fueron consentidas y que la familia de la chica lo ha denunciado porque se opone a la relación entre ambos.
Tras una noche en los calabozos, el sospechoso pasó el domingo a disposición judicial del Juzgado de Guardia de Molina, que decretó su libertad con cargos y le impuso una orden de alejamiento de la adolescente.
Casos como este ponen de manifiesto que los ciudadanos pueden empezar a tomarse la justicia por su mano. Cosa peligrosa, que evidencia que han dejado de confiar plenamente en la seguridad que debe brindar el Estado de Derecho. Un Estado que, por otra parte, y como hemos venido repitiendo en Hispanidad es garantista... con el delincuente.