El Sábado Santo debemos dedicarlo a las Misas de difuntos. Es el Réquiem por el Redentor, en concreto el realizado con motivo del Aniversario de La Muerte debemos dedicarlo a Mozart en la Catedral de Viena, Oficiado por el Cardenal Arzobispo de Viena e interpretado por la Orquesta y Coros de la Sinfónica de Viena dirigida por el gran Maestro Solti.
Para acabar el día la Sinfonía al Santo Sepulcro, de Vivaldi.
Y la obra Resurrectionen Mortuorum, de Oliver Messiaen.