Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Nicaragua, donde la dictadura comunista de Daniel Ortega sigue persiguiendo a la Iglesia católica.

Más en concreto, la organización 'Nicaragua nunca más' y Martha Patricia Molina han publicado que la dictadura de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo han perpetrado 870 ataques contra la Iglesia Católica entre 2018 y julio de 2024.

Pero es que, tras detener recientemente a once sacerdotes y expulsar a siete de ellos a Roma, esta última semana el régimen detuvo a otros dos curas y a dos laicas en Estelí y Matagalpa.

Como se sabe, Matagalpa es la diócesis de Mons. Rolando Álvarez, el obispo que fue detenido por la dictadura comunista y tras condenarlo a 26 años de prisión por defender la liberta religiosa, fue también expulsado a Roma.

Martha Patricia Molina, autora del informe ‘Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?’, denunció en la red social X que “la dictadura sandinista pretende exterminar la presencia de la Iglesia católica en la Diócesis de #Matagalpa”.

Nuestro siguiente destino es Cuba, donde el sacerdote Kenny Fernández Delgado, párroco de la iglesia de San Antonio de Padua, en Arroyo Naranjo (Arquidiócesis de La Habana), denunció que había sido llamado a declarar por las autoridades comunistas por haber organizado una jornada de oración para pedir por Cuba y Venezuela.

Como se sabe, ambos países están tiranizados por sendas dictaduras comunistas que persiguen los derechos humanos y las libertades más elementales. Por ello, las autoridades de la isla le explicaron que organizar un acto púbico de oración “es una actividad predelictiva” ya que podría propiciar que se cometan “crímenes contra la revolución, en cuyo caso al convocante le será adjudicada responsabilidad”. Y que “sólo se permiten convocatorias que sean dentro de las Iglesias, lugares de Culto”.

El sacerdote aseguró que continuará “defendiendo mi libertad de expresión y la de todos los cubanos”. “Si mi maestro fue a la Cruz por defender sus ideas, yo también iré”.

Mike Arnold, un alcalde de una pequeña localidad de EEUU llamada Blanco, se dedica a ayudar a los cristianos perseguidos en África, especialmente en Nigeria. Para ello, en 2019 creó la fundación 'Africa Arise', que canaliza esa ayuda, tanto material como espiritual.