El obispo de Vic (Barcelona), Romà Casanova, que ha asegurado que considera "una tragedia para una sociedad que haya más abortos provocados que nacimientos"
El silencio de la Conferencia Episcopal Española se contrapone a la valentía de muchos de los obispos españoles. Ahora ha sido el obispo de Vic (Barcelona), Romà Casanova, que ha asegurado que considera "una tragedia para una sociedad que haya más abortos provocados que nacimientos" y se pregunta "¿Por qué da miedo escuchar los latidos de un corazón?". Ha sido en su última carta semanal donde ha mostrado su apoyo a las medidas aprobadas en Castilla y León.
"Tristemente, los latidos de un corazón han estado en boca de muchos estos pasados días. Se trataba de los latidos del niño en gestación en el seno de su madre. En principio, escuchar los latidos de un ser humano no debería ser nada que generara polémica, pero no ha sido así".
"En medio de una controversia política hay algo tan precioso como el latido de una vida humana, que, aunque incipiente y necesitada del claustro materno, tiene toda la dignidad propia del ser humano. Algo tan sagrado nunca debería ser objeto de polémica", "Esta actitud que da preponderancia al sujeto sin tener en cuenta la realidad conduce, a la corta o a la larga, a un callejón sin salida", añade monseñor Casanova.
Además, no entiende ese miedo a que las mujeres ecuchen el latido: "Escuches o no escuches las pulsaciones, este corazón igualmente palpita. La realidad tiene su presencia, aunque el sujeto no quiera mirarla, escucharla, tocarla, oírla".
"Se esconde y se disfraza la muerte, la pobreza es arrinconada y descartada, la infelicidad en el corazón de muchos es obviada, el mismo suicidio no se puede aceptar por una cultura que se jacta del bienestar".
El obispo de Vic advierte que "el aborto es un drama para sus actores, empezando por la madre y el niño no nacido, pero también para el entorno familiar y la propia sociedad. Y, en lugar de apoyar a la mujer en gestación, se opta por negar la realidad de la vida en sus entrañas". "La interrupción voluntaria del embarazo nunca puede justificarse como un derecho fundamental personal, sí que lo es el derecho a la vida".
Y lanza un llamamiento: "Defender esta vida humana en el seno de una mujer no es una simple cuestión de los católicos con razones que brotan de su fe -¡aunque también lo es!-, sino un tema de pura razón humana, con todos los soportes de la ciencia y de la misma técnica que nos permite escuchar los latidos de un corazón humano".