Todo esto puede y debe interpretarse como un apoyo, aunque indirecto, de los obispos de Castilla León al 'voxero' Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Comunidad
Recientemente, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León Juan García-Gallardo (Vox) explicaba las medidas provida pactadas con el PP. Y que son estas:
Todos los ataques, todas las difamaciones, todas las zancadillas… TODO habrá merecido la pena si conseguimos salvar UNA ÚNICA VIDA.
— Juan García-Gallardo (@juan_ggallardo) January 15, 2023
Seguimos adelante, sin dar ni un paso atrás.
Nosotros no os vamos a fallar 🤰👶 pic.twitter.com/sipfPmEpYV
El propio García-Gallardo explicaba: “Lo que no es obligatorio para los médicos es ofrecer la información, pero lo que sí va a ser obligatorio a partir de hoy es ofrecer la posibilidad de tener la información”: el protocolo del latido fetal y el acceso a la ecografía 4D, además de garantizar a las madres embarazadas el acceso a la atención pisco-social.
Y todo esto puede y debe interpretarse como un apoyo, aunque indirecto, de los obispos de Castilla León al 'voxero' Juan García-Gallardo, vicepresidente de la Comunidad. Los obispos no consideran que plantear alternativas al aborto a la mujer que quiera abortar atente contra sus derechos. El PSOE y el propio PP coaligado con Vox, al parecer, sí.
Los intentos de injerencia de PSOE y Podemos chocarán contra la fortaleza y la unidad del Gobierno de Castilla y León. pic.twitter.com/OdUbTfHyxD
— Juan García-Gallardo (@juan_ggallardo) January 16, 2023
Pues bien: los obispos de Castilla y León han publicado un comunicado con motivo de las medidas provida acometidas por la Junta de Castilla y León, y que han sido tan vilipendiadas por la progresía.
El comunicado -“ante el debate sobre la vida naciente y la cuestión del aborto”-, literalmente, dice así:
“Los obispos de las diócesis de Castilla y León queremos recordar los principios que la Iglesia ha propuesto de modo constante en torno al don de la maternidad y la dignidad de la vida humana naciente.
1. Todo ser humano, más allá de cualquier condicionamiento, desde su concepción hasta su muerte natural, es siempre un bien para la humanidad y un don de Dios, creado a su imagen y semejanza, que debe ser acogido, protegido y amado.
2. Nuestro reconocimiento y profundo agradecimiento a las mujeres gestantes que con su entrega portan con amor en su seno el don precioso de la vida, esperanza y futuro de nuestra sociedad, particularmente en una tierra como la nuestra que se va despoblando y sus habitantes envejeciendo. Este reconocimiento se hace extensivo a quienes componen su núcleo familiar más íntimo que les acompañan en estas etapas decisivas de la vida. En palabras del Papa Francisco: “El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso... Cada mujer participa del misterio de la creación, que se renueva en la generación humana... Pensemos cuánto vale ese embrión desde el instante en que es concebido” (AL, 168).
3. Queremos estar cerca de las mujeres embarazadas que atraviesan circunstancias no deseadas o difíciles de tipo personal, familiar, laboral, económico o de cualquier índole, y ponernos a su servicio. Es necesario que tengan la certeza de que no están solas en sus dificultades y que pueden contar con toda la ayuda que podamos prestar desde los organismos eclesiales y de ayuda a la mujer gestante. Así mismo, es preciso que la sociedad, sus instituciones y administraciones públicas y los diversos ámbitos económicos, laborales y sociales respondan adecuadamente a todas sus necesidades.
4. Vuelve a decirnos el Papa Francisco: “Si un niño llega al mundo en circunstancias no deseadas, los padres, u otros miembros de la familia, deben hacer todo lo posible por aceptarlo como don de Dios y por asumir la responsabilidad de acogerlo con apertura y cariño. Porque «cuando se trata de los niños que vienen al mundo, ningún sacrificio de los adultos será considerado demasiado costoso o demasiado grande, con tal de evitar que un niño piense que es un error, que no vale nada y que ha sido abandonado a las heridas de la vida y a la prepotencia de los hombres»” (AL, 166).
5. La muerte provocada del ser humano, también en el seno materno mediante la práctica del aborto, no puede ser considerada como un derecho, pues niega de raíz la vida, fundamento de la dignidad humana que sostiene todos los demás derechos. Ofrecer un período de reflexión y proporcionar información sobre alternativas al aborto permiten a la mujer gestante contar con elementos necesarios para ponderar sus decisiones. Así mismo, los profesionales sanitarios pueden ejercer el derecho fundamental de objeción de conciencia sin sufrir la estigmatización que supone el ser obligados a inscribirse en una lista de objetores. Del mismo modo, desvincular de la ayuda y cuidado de sus padres, en el ejercicio de su patria potestad, a una menor embarazada que se plantea abortar la hace vulnerable y la deja sola ante una situación tan complicada.
6. Por eso, es necesario proporcionar siempre toda la ayuda y acompañamiento necesarios a las personas que pasan por situaciones de dificultad o vulnerabilidad, como es el caso de mujeres embarazadas en circunstancias no deseadas o difíciles, junto con la acogida y protección del nasciturus, habitualmente ignorado como parte concernida en esta cuestión, y que debe ser considerado como un bien primordial que el ordenamiento jurídico está llamado a reconocer, tutelar y promover. El cuidado y promoción de ambas realidades son indicadores ciertos de sociedades verdaderamente humanas, fraternas y civilizadas.
7. Es conveniente abordar esta cuestión mediante un amplio diálogo social, sosegado y racional, partiendo de la realidad, con la participación de los diversos ámbitos que configuran la sociedad, más allá de posicionamientos ideológicos o partidistas y con la ayuda de los conocimientos proporcionados por la ciencia y la antropología. De este modo podremos considerar adecuadamente las cuestiones esenciales en torno al inicio de la vida humana, la gestación y la maternidad y ver el modo de superar sus desafíos y dificultades. Lo cual lleva consigo el compromiso esencial de reconocer, promover y proteger siempre la vida de todo ser humano, desde su inicio en el seno materno hasta su fin natural, custodiando su dignidad como un bien esencial que constituye el fundamento del bien común y de la sociedad”.