Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Pakistán. En ese país, un imán islamista se convirtió al cristianismo, tras lo cual sufrió persecución, recoge Infocatólica de Kath.net.
Patras Paul (1968) llegó a ejercer de imán sunita, sin embargo, tras leer en el Corán el relato del sacrificio de Ismael por parte de Abraham, surgieron dudas sobre su fe islámica. En su búsqueda, un amigo le regaló un Evangelio, donde leyó: «Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito» (Jn 3,16) y «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29).
Ese fue el inicio de su conversión a la fe en Jesús, que quedó corroborada cuando en sueños, escuchó: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6).
Al día siguiente, acudiendo todavía a rezar la mezquita, se le escapó el nombre de Jesús involuntariamente, tras lo cual se vio obligado a escapar corriendo. Aun así, fue apresado y acusado de blasfemia e ingresó durante un año en la cárcel. Cuando regresó a su hogar su familia también se convirtió al cristianismo, pero tuvieron que salir de su aldea por la persecución a la que se vieron sometidos. En la actualidad, viven su fe en Jesús de manera clandestina. Pese al riesgo para su vida, Patras Paul se dedica a predicar el Evangelio. Lo cual es heroico.

(Cristianos perseguidos, foto ACN)
Afortunadamente, en el mundo también hay personas e instituciones dedicadas a ayudar a los cristianos perseguidos. Es el caso del actual Gobierno de Hungría, que desarrolla con tal el fin el programa ‘Hungría Ayuda’, recoge este medio húngaro.
El director de este programa, Tristan Azbej, relató durante un viaje a EEUU que gracias a esta iniciativa han podido beneficiarse más de dos millones de cristianos en situación difícil o que enfrentan persecución.
Manifestaciones concretas de esa ayuda han sido, por ejemplo, la construcción de un templo para la Iglesia Asiria del Este, la reconstrucción por parte de Hungría de un asentamiento católico caldeo en las llanuras de Nínive o las ayudas para que los cristianos que sepan visto obligados a abandonar Oriente Medio puedan regresar a sus casas.
La dictadura de Nicaragua ha confiscado la clínica Nazareth, las instalaciones de la Fundación Odorico D’Andrea, que honra a un siervo de Dios franciscano y que desarrolla programa; y un terreno donde multitudes recordaban al fraile. https://t.co/564sKru0vP
— ACI Prensa (@aciprensa) February 2, 2025
En esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos tenemos que ocuparnos, una vez más, de Nicaragua, donde los nicaragüenses vienen padeciendo la dictadura deDaniel Ortega desde que este se hiciese con el poder, en enero de 2007 (aunque anteriormente presidió un mandato presidencial entre 1985 y 1990).
El sandinista, lejos de apaciguarse con los años, se ha vuelto cada vez más dictador. Y ha endurecido la represión, sobre todo tras las protestas ciudadanas de 2018. Y una de las instituciones que persigue con más saña es la Iglesia católica, pues ésta fue una de las que más alzó voz contra esa represión y Ortega sabe perfectamente que predica libertad y dignidad humanas, ambas pisoteadas por él.
Por eso, sigue tomando medidas contra instituciones cristianas: la última, la confiscación de la clínica Nazareth, las instalaciones de la Fundación Odorico D’Andrea; y un terreno dedicado al fraile fallecido en 1990, recoge Aciprensa.
De hecho, en febrero de 2023, la dictadura sandinista echó del país al padre italiano Cosimo Damiano Muratori, que ejercía como vicepostulador de la causa de beatificación de Fray Odorico D’Andrea.