El Papa Francisco participará en el Congreso sobre Inteligencia Artificial del G-7, que organiza Giorgia Meloni, primer ministro de Italia, y actual presidenta de los siete países más importantes del mundo
Google se ha lanzado a la inteligencia artificial con muchas ganas. Lo curioso es que, por el momento, su modelo de IA ha fracasado estrepitosamente, incluso con el ridículo añadido de fallar en las mismísimas presentaciones en sociedad de sus nuevos logros en la materia. Sin embargo, el buscador ha prometido que dedicará sus inmensos beneficios a mejorar sus chapuceros sistema de IA... y se ha disparado en bolsa. Su super-capitalización sólo ha sido superada por Microsoft... que también lo ha conseguido gracias a la IA.
Y no se equivoquen: en más del 75%, los ingresos de Google continúan procediendo de la publicidad, esa publicidad que le ha robado a la prensa y al resto de medios que, por su latrocinio, atraviesan una crisis financiera terminal.
Sí, porque Google es parásito, ladrón y, encima, censor de los medios. Pero, ojo, ahora, asegura su CEO, Sundar Pichai (no es broma, se llama así) uno de esos personajes de las grandes tecnológicas que no confían ni en sí mismos, asegura que estamos ante un cambio de paradigma. Han fracasado en el coche volador, en el espacio, en los asistentes, en todo, salvo en sus buscadores de texto y de vídeos. También en IA, pero le han prometido al mercado que van a invertir lo que no está escrito y los analistas, especialistas en equivocarse todos al mismo tiempo y en la misma dirección... pues se lo han creído.
La IA es simple y complicada, ni sencilla ni compleja: se trata de una inquietante frivolidad. Ejemplo, si le dejas, se cargará la libertad de prensa, es un poder sin criterio
Les traduzco: tres cuartas partes de los ingresos de Google y el 100 por 100 de sus beneficios, me temo, según los resultados que acaba de presentar, proceden de la publicidad que le roba a la prensa, pero el amigo Pichai habla de cambio de paradigma y asegura que el futuro de la empresa está en la inteligencia artificial y la bolsa, que es muy lista, se lo ha creído.
Pues recuerden: la IA no existe. Si es inteligencia no es artificial y si es artificial no es inteligente. A mí con la inteligencia me ocurre lo mismo que a San Agustín con el tiempo: si me preguntan qué es, no lo sé; si no me lo preguntan, lo sé. En cualquier caso, sobre la IA, se trata de una tontuna... extraordinariamente relevante. Esto no significa que no haya que hacerle caso. Todo lo contrario: la IA puede resultar especialmente dañina. Constituye algo 'mucho más peor': es el último intento del Nuevo Orden Mundial (NOM) por negar a la inteligencia primera, a Dios: el hombre ya es capaz de hacer inteligencia, ya es como Dios.
No en vano, al nuevo nivel de IA lo califican de inteligencia generativa. Ya saben: el hombre que genera, el hombre creado, la re-pera... el hombre-dios.
Lo cierto es que la IA, como todo programa informático, no debe mitificarse: es una máquina tonta, sin criterio, que sólo sabe hacer lo que el hombre le ha dicho que haga pero, atención, por eso nos asombra y atemoriza tanto, de forma mucho más veloz y ocupando menos sitio. En definitiva, la máquina es tonta pero ocupa menos espacio que la obra del hombre y se mueve a una velocidad con la que el hombre no puede competir.
Además, el ser humano, aunque muy superior a la máquina, no crea, sólo transforma. Por tanto, no puede enseñar a la máquina a crear pero sí a transformar. Y a esa carencia lo llamamos generativa, aunque la máquina no genera nada, sólo transforma y sólo cuando el hombre le ha programado para ello. Eso sí, la máquina transforma mucho mejor y mucho más rápido. Y encima no le hace falta memorizar, no sufre alzheimer: dispone de toda la memoria, todo el tiempo. La IA no es más que un segundo escalón: el ser humano le ha enseñado a la máquina a transformar la información que él mismo le introdujo en su momento.
La IA no es más que un loro de repetición que, eso sí, ocupa menos lugar y trasmite información a una velocidad indeciblemente superior a la inteligencia humana
Primero le dio la herramienta, luego le enseñó a usarla. La máquina continúa sin pensar, pero el hombre le ha proporcionado un poder de segunda generación. Por eso hay que vigilarla pero aún más al hombre que se lo ha proporcionado.
Por tanto, ¿la inteligencia artificial es buena o mala? Pues es tan simplona como peligrosa. Entonces, ¿hay que abandonar la investigación en IA? Todo lo contrario, hay que potenciarla... y vigilarla. Además, tampoco un cuchillo representa mucho, salvo que esté en manos de quien quiere destruirte.
Por otra parte, la máquina siempre ahorra espacio y ahorra tiempo. Bibliotecas que caben en una pizca de silicio y transmisión de la información a una velocidad tal que competir con ella es imposible.
La IA es simple y complicada, ni sencilla ni compleja: se trata de una inquietante frivolidad. Ejemplo, si le dejas, se cargará la libertad de prensa. Sabe hacer noticias mucho más rápido y mucho más documentadas que el mejor periodista. Eso sí, si le introduces unas premisas llegará a una conclusión. Si le introduces otra, llegará a las conclusiones opuestas. Es un poder tremendo sin criterio alguno. Peor: como alguien le introduzca un criterio siniestro la IA puede ser letal.
La IA no es más que un loro de repetición que, eso sí, ocupa menos lugar y transmite información a una velocidad indeciblemente superior a la inteligencia humana.
Francisco se mueve muy bien al borde del abismo. Podría utilizar el Congreso para aclarar los peligros de la IA
Por cierto, el Papa Francisco participará en el Congreso sobre Inteligencia Artificial del G-7, que organiza Giorgia Meloni, primer ministro de Italia, y actual presidenta de los siete países más importantes del mundo. Es una buena oportunidad para que Francisco, especialista en caminar al borde del abismo, aproveche para aclarar qué es la inteligencia artificial y qué puede llegar a ser. De entrada, el cartel anunciador es, como las fincas en Extremadura, manifiestamente mejorable: no me gusta ese remedo de la creación con el dedo de Dios creando una máquina o peor, con un dedo humano creador. Buen momento para que Francisco aclare que el hombre no crea nada y que las máquinas son sólo máquinas y no piensan, por muy poderosas que sean.
Claro que también puede interpretarse el grabado como una denuncia de la estupidez del ser humano cuando se acobarda ante la IA. Vigilar la IA sí, particularmente a sus productores humanos, pero negar a Dios por la IA... es de estúpidos.