¿Cómo puede el defensor de los judíos, el Papa Pacelli, pasar a los ojos y oídos de muchos como el Papa amigos de los nazis y perseguidor de los judíos? Fácil, con el precitado imperio de la calumnia
No es la primera vez que se intenta, pero esta es tan necesaria como todas las anteriores. Hablo del libro Pío XII (1939-1958), editado por Sekotia. Subtítulo: El Papa defensor y salvador de los judíos. ¿Comprenden? Justo cuando la Wikipedia, uno de los instrumentos políticamente correctos del Nuevo Orden Mundial (NOM), sigue hablando de la "controversia" provocada por la actitud de Pío XII frente al nazismo. Ya saben: calumnia que algo queda.
Y es que la calumnia no sólo tiene las patas largas sino que, encima, a pesar de lo que cuesta darle nefanda sepultura en la verdad, décadas después resucita y hay que volver a matarla. Recuerden la frase genial del sectario socialista Clemente Auger: "No lo dudes, toda calumnia es cierta". Y así es como Pío XII, "el Papa defensor y salvador de los judíos", ha pasado a la historia, por mor de varios calumniadores, como todo lo contrario.
Primero, hablemos de Vicente Cárcel Ortí, el autor de la obra Pío XII. Cárcel Ortí es uno de los defensores de la buena memoria: ha dedicado su vida a no permitir que se olvide el salvajismo de la II República con los católicos, no por rencor, sino por sinceridad. Sin sinceridad, no hay nada y la primera mala hierba que tiene que erradicar la sinceridad es el autoengaño. Si permitimos que la historia sea modificada, como el mundo de George Orwell, por gente como el Bolas (sobrenombre del señor ministro de la presidencia, don Félix Bolaños) y su ley de Memoria Democrática, que no histórica, sobre la II República, imagen de santidad republicana... pues entonces mal vamos. Cárcel Ortí se propuso desde su juventud (nació en 1940) analizar la persecución sangrienta de los republicanos, los demócratas, contra la Iglesia. Para que no se olvide, sí, pero, sobre todo, para que impere la verdad.
Vicente Cárcel Ortí es un defensor de la memoria. Ha dedicado su vida a intentar que no se olvide el salvajismo de la II República, no por rencor sino por sinceridad y para combatir algo peor que la mentira: el autoengaño por miedo
A todo esto, ¿cómo puede el defensor de los judíos, el Papa Pacelli, pasar a los ojos y oídos de muchos como el Papa amigo de los nazis y perseguidor de los judíos? Fácil, con el precitado imperio de la calumnia. Pero, ojo, la mentira sólo triunfa cuando los que saben la verdad callan, para no comprometerse.
Las cifras clave sobre Pío XII y los judíos: más de 3.000 hebreos encontraron refugio en la residencia del Papa Pío XII en Castel Gandolfo durante la ocupación nazi de Roma y por tanto, del Vaticano, que no deja de ser un diminuto Estado, dentro de la ciudad de Roma. Por orden del Pontífice, se aproximaron a 5.000 los judíos escondidos, con grave riesgo para sus ocultadores, en parroquias, colegios y universidades católicas romanas. Pío XII no fue un Papa antisemita sino radicalmente pro-hebreo.
¿Y por qué no habló de la teoría nazi? Vaya que si habló. Pío XII mantuvo, defendió y propagó, antes, durante y una vez finalizada la II Guerra Mundial y hasta el último día de su vida (1950) las tres encíclicas de su predecesor, Pío XI.
Insisto, no es éste el primer libro para demostrar la calumnia sobre Pío XII, pero es tan importante como los demás. Y no es que la Iglesia tenga ninguna duda para beatificar al venerable cardenal Pacelli. No, lo que ocurre es que la Iglesia, como afirmaba Chesterton, se tomaba mucho más en serio las herejías que los heresiarcas. La Iglesia fue la primera en condenar y con gran dureza, los tres totalitarismos más sangrantes de todo el siglo XX: Fascismo, nazismo y comunismo.
La mentira sólo triunfa cuando los que saben la verdad callan, para no comprometerse. La verdad es que Pío XII mantuvo la doctrina antinazi de la Iglesia y ayudó a los judíos en la práctica. No era un Papa antisemita sino prohebreo
Resumiendo, Pío XII es un caso de calumnia rediviva. Cuanto más se acelere su proceso de beatificación, mejor.
Y si tenemos que repetirlo ante un nuevo renacer de la calumnia... pues urge hacerlo, no por Pío XII sino por amor a la verdad. Este libro ayuda a hacerlo. Buen libro.