Se llama Juan Solana, un cura mexicano experto en Tierra Santa, que se topó, en las ruinas de la ciudad de Magdala, la patria chica de María Magdalena, con la sinagoga de la ciudad, ahora reconstruida. Es decir, del personaje evangélico sobre el que más estupideces se han escrito y que, sin embargo, fue la elegida por Dios para recibir, el primero de todos los seres humanos, el anuncio de la resurrección. Algo debe tener el agua cuando la bendicen...

Pues eso, que apenas hace veinte años se descubrieron las ruinas de la sinagoga de Magdala, justo al lado de Genesaret o de Tiberiades, la zona que pisó Jesús de Nazaret. Y han reconstruido, con el azul del lago al fondo, una preciosa capilla con el altar en forma de barca. Al tiempo, Solana pretende, junto a la Fundación Tierra Santa, crear una red mundial, el Proyecto Magdala, la red Magdalena, que tendrá por contenido y por instrumento... lo que siempre han tenido las obras de Dios: la oración como la mejor arma, omnipotente,  para cambiar el mundo.

Y es que Solana y sus colaboradores han descubierto que, a pesar de lo difícil que resulta saber quién era la Magdalena -hasta cuatro marías aparecen en el evangelio, además de la Madre de Dios-, sí sabemos que no carecía de lo único que le falta al mundo de hoy: capacidad de arrepentimiento.

Juan Solana se dio cuenta de que la figura de María Magdalena era más que apreciada por la cristiandad, por todo el orbe cristiano, con decena de parroquias, centenares de capilla, imágenes, advocaciones, cofradías, etc. dedicadas a la mujer de Magdala. Y ahí nació la idea de la Red Magdalena. Y sí, la clave de la red es esa: que la de Magdala se ha convertido en uno de los baluartes de la doctrina cristiana… porque si no hay arrepentimiento, nada cambia, y si nada cambia, nada mejora.

Unas excavaciones, hoy en zona de guerra, se han convertido en lugar de peregrinación aún en tiempo de guerra. Por algo será.