Decíamos ayer que la Unión Europea pretende censurar a Twitter y que Elon Musk se había rebelado contra la imposición: ¡Menos mal!

Ahora bien, confieso que no me gusta Elon Musk porque no me gusta lo grande, sino lo pequeño, pero he de reconocer que entre los nuevos multimillonarios, los Gates, Bezos, y los chicos de Apple, Google  y Meta (Facebook), los nuevos dioses del enloquecido siglo XXI, al menos, es el único que aún cree en el hombre y no pretende esclavizarlo... salvo cuando se trata de que compren un Tesla

Elon Musk ya ha denunciado a Bruselas, que pretendía forzarle a poner Twitter al servicio del Nuevo Orden Mundial (NOM), en calidad de censor del periodismo ciudadano. Naturalmente, al negarse, los eurócratas se han apresurado a denigrarle, tildándole, precisamente, de manipulador

Ahora Elon Musk ya ha denunciado a Bruselas, que pretendía forzarle a poner X (antes Twitter) al servicio de lo políticamente correcto, de los tópicos del Nuevo Orden Mundial (NOM), de suyo furibundamente anticristiano, en calidad de censor del periodismo ciudadano. Naturalmente, al negarse, los eurócratas se han apresurado a denigrarle, tildándole, precisamente, de manipulador.

Está de moda atacar a las redes sociales. arquetipo de la mentira, la insidia, la exageración y, ¡ay dolor!, la falta de rigor. 

Pues a mí me parece que el fenómeno de los redes sociales, los memes incluidos, constituyen el mejor fenómeno de la comunicación actual. Si Internet es libertad -y lo es- es gracias a las redes sociales, no al periodismo, cada vez más en manos de los tres poderes: el político, el económico y el informativo. El más peligroso, este ultimo. Quiero decir, que, en pocas palabras, en el periodismo actual, tanto el vegetal como el digital, nadie se escapa de lo políticamente correcto. Es decir, de aquello que ordena y manda el NOM. El que se salga de ahí o bien es un ultra o bien es un estrafalario. En cualquier caso está desprestigiado antes de ponerse la pluma o la tecla.

En el periodismo, el protagonista es el editor, ante la impotencia de la parte receptiva. En las redes sociales, el protagonista es el receptor, convertido en emisor

En las redes, sin embargo, al no haber afán de supervivencia económica, simplemente se ejerce la comunicación como un mero pasatiempo. Tampoco hay intereses creados por los que en ese escenario se realiza el llamado “periodismo ciudadano”, mucho más libre y mucho más verdadero, aunque resulte menos riguroso. Y la verdad, no lo olviden, es más importante que el rigor.

Hace ya más de un siglo, Chesterton, quien naturalmente no conoció Internet pero sí conocía a los hombres, explicaba ya así el fenómeno tan actual de las redes sociales, con los ejemplos del cine, el gramófono o la radio, guiados todos ellos por la ecuación: un emisor, muchos receptores.

El cine es una máquina para proyectar unos determinados patrones regulares llamados imágenes que expresan la noción que los millonarios más vulgares tienen sobre el gusto de los millones de personas más vulgares. El gramófono es una máquina para grabar las melodías que ciertas empresas y otras organizaciones deciden vender. La radio es mejor, pero incluso ya está marcada por el moderno marchamo de los tres: la impotencia de la parte activa. El aficionado no puedo desafiar al actor, el padre de familia encontrara inútil gritarle al gramófono, la muchedumbre no puede atizar el moderno orador, especialmente si es un altavoz. Todo esto constituye un complejo engranaje que proporciona a los hombros exactamente lo que sus amos creen que deben tener.

Sí, es verdad, el periodismo suele ser más riguroso, pero las redes sociales son más ciertas y sinceras

Aprenda a valorar las redes sociales. Merecen la pena. Es allí donde cada cual dice lo que piensa aunque se digan muchas tontería. Natural; donde haya libertad, en las redes sociales, no en el periodismo, está todo lo mejor y todo lo peor: ¿qué esperaban? 

Resumiendo, ¡Que vivan las redes sociales!... incluidos los memes. Las redes sociales superan al periodismo actual porque son más libres: en ellas no manda el emisor sino el público.

En el periodismo, el protagonista es el editor, ante la impotencia de la parte receptiva. En las redes sociales, el protagonista es el receptor, convertido en emisor. Sí, es verdad, el periodismo suele ser más riguroso, pero las redes sociales son más ciertas y sinceras.