Davos. Pedro Sánchez se sube a uno de sus escenarios favoritos para hablar de bulos y redes sociales. Ahora bien, desde que Trump está en la Casa Blanca, los servidores del Nuevo Orden Mundial (NOM), mismamente, Pedro Sánchez, han modificado su lenguaje a gran velocidad. El woke empieza a verse como lo que es: una barbaridad y/o una salvajada. Por tanto, queda aparcado y vuelve el sentido común: la especie humana tiene dos sexos, varón y mujer.

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La religión climática también retrocede y cada vez son más los que piensan que el trumpismo tiene razón: la sostenibilidad nos ha empobrecido.

Luego está lo del bulo que, en países adormecidos como España nadie osaba discutir... hasta ahora. Pues bien, por aquí fue el presidente del Gobierno en Davos. 

Empecemos por el final. ¿Por qué quiere Pedro Sánchez censurar las redes sociales? Respuesta: porque son la infovía favorita del periodismo ciudadano, el que le está haciendo la verdadera oposición, la más dura y la más sincera. 

El periodismo ciudadano no guarda tanto rigor como el profesional pero apunta más a la verdad que nosotros, los periodistas profesionales, cada vez con menos prestigio y peor reputación. 

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Ahora bien, Sánchez es un embustero que ha ido mejorando el nivel retórico de sus mentiras y de su impostura hasta semejar una verdadera obra de arte de la mendacidad, hasta convertir el horror en antropología y la vacuidad en sentido de la vida. Va para siete años en Moncloa y en este tiempo ha conseguido modelar su discurso para resituarse constantemente en el centro. Quien discrepe de él es un ultra, hasta el comunismo es centrista. 

Sus grandes embustes se presentan hoy como la esencia de la democracia, sus fracasos los presenta como logros y a veces hasta consigue convertir sus aberraciones en mandamientos de la ley, perdón, de la democracia. 

Sánchez es el maestro de las salvajadas éticas. El centenar de asesores que le escriben sus discursos se merecerían el reconocimiento de aquel Ministerio de la Verdad, que creara George Orwell para 1984.

En todo caso, su discurso en Davos no se centró en una causa general contra las redes sociales, como hace en España. Ahora se ve obligado a afinar su discurso habitualmente prosaico del 'todo es mentira'. No, ahora se conforma con acusar a Twitter, Facebook y compañía de utilizar el anonimato, siempre cobarde, para atacar a quien nos cae gordo.

Y mira, ahí tiene toda la razón. Lo peor de Internet es el anonimato, cobarde práctica para injuriar a quien no me cae bien. Todo comentario en Internet debería ir firmado y apoyo con entusiasmo a Sánchez a la hora de no fomentar, salvo en contadas ocasiones, por ejemplo, en caso de persecución, el anonimato.

Dicho esto, la guerra contra el bulo esconde la grandísima mentira del Sanchismo, que no soporta la crítica. Pedro: no son noticias falsas, son opiniones que no te gustan. Así de simple. Y no hace falta luchar contra el bulo: se cae por sí solo.

La mentira tiene las patas cortas.