La gran reforma de la Constitución, el gran pacto entre PSOE y PP, consiste en cambiar, artículo 49 de la Constitución, la palabra disminuido por persona con discapacidad.  

Esto me recuerda cierta conferencia dictada por un minusválido, precisamente dedicado al cuidado de minusválidos físicos, acerca de los disminuidos. El hombre sabía lo que quería decir pero como ser políticamente correcto no sólo es exigible sino que su elusión resulta condenable, nuestro orador empezó a hacerse un lío con la sopa de eufemismos del ramo: minusválidos, disminuidos, discapacitados, etc. De repente, de las primera filas del auditorio, surgió un grito:

-Cojos, José Javier, nos llamamos cojos.

Pues eso: ¿qué más dará Disminuido o discapacitado? ¿Es tan importante? ¿En serio? 

Pues según el Gobierno es un cambio "histórico". Espero que no sirva como apertura de la caja de Pandora de los cambios en una Constitución que separatistas vascos y catalanes pretenden modificar con otros propósitos que van más allá de la quisicosa de disminuidos o discapacitados... por no hablar de la filantropía hipócrita de los salvadores de España que, como saben, son dos: Pedro y Alberto.

Y no puedo despedirme sin aludir a la campaña de plañideras que se han sumado al capítulo lacrimógeno, como aquellas 'personas con discapacidad' que aseguró ante la cámaras de RTVE que ella había sido dos veces discriminada como discapacitada y como... mujer discapacitada que como saben, es mucha mayor desgracia que la del varón discapacitado, dónde va a parar.

La necedad crece y, en breve... todos idiotas.