Primera reunión de la Comisión de Cuelgamuros, es decir, del Valle de los Caídos, presidida por el ministro masoncete del Gabinete Sánchez, Ángel Víctor Torres. Al menos, hay seis ministerios involucrados... que no acordaron nada... lo cual no tiene por qué ser malo. 

Me explico: lo único que ha hecho el Sanchismo en Cuelgamuros, a lo largo de seis años, ha consistido en profanar tumbas.   

Para hacerlo corto: el masoncete Torres quiere fastidiar a los católicos pero no sabe cómo hacerlo. 

Sobre todo, no sabe cómo deshacerse de la cruz más grande del mundo, que se puede contemplar desde una buena parte de la Sierra de Madrid y cuya visión les resulta insufrible.

La desazón de Ángel Víctor: el pobre ministro de memoria democrática -que no de la otra- no sabe cómo fastidiar a los católicos y se ha visto obligado a crear una comisión de re-significación: nada menos que expulsar a los curas, cambiar la historia y destruir la cruz del Valle

Hombre, lo mejor sería derribar la cruz más grande del mundo. Eso sí que les haría daño. Pero claro, no es tan fácil. Lo segundo, igualmente complicado, es terminar de construirla haciendo un triángulo en la cumbre, símbolo masónico, o cortándole las brazos, para convertirlo en un monolito, igualmente masónico. Problema: la cruz es muy grande y cualquier manipulación resulta difícil y costosa.

A mí, la desazón de Ángel Víctor me recuerda aquel pueblo malagueño donde el alcalde envió una pregunta al Ministerio del Interior: "La revolución ha triunfado en el pueblo. ¿Qué hacemos con el cura?".

Toda la razón. En efecto, una revolución que sea un contra-Cristo no tiene mucho sentido. ¿O es que hay algún tonto que todavía se cree lo de la justicia social?

Insisto en la desazón de Ángel Víctor: el pobre ministro de memoria democrática -que no de la otra- no sabe cómo fastidiar a los católicos y se ha visto obligado a crear una comisión de re-significación: nada menos que expulsar a los curas, cambiar la historia y destruir la cruz de Cuelgamuros.

Palabra que no exagero lo de la obsesión contra el Valle. Si no, reparen en el grandioso humorista de la Ser, Quequé, que pretende dinamitar la cruz.

Franco construyó el Valle de los Caídos como un lugar de reconciliación entre españoles, donde se ofreció a los presos republicanos, los perdedores, unas condiciones espléndidas para cumplir su pena: salario, aprendiendo o desarrollando un oficio y en muchos casos, un lugar donde vivir, no en prisión, en soledad, sino con sus familias. Sí y sé que a muchos lectores esto les parecerá extraño pero así fue. Por eso hay que mentir sobre el origen y desarrollo del Valle y por eso hay que 'liberar' Cuelgamuros de cualquier connotación cristiana. 

Si Pemán era un fascista, ¡que viva el fascismo! Si el instrumento de concordia y perdón que supuso el Valle de los Caídos es una exaltación de Franco, entonces ¡que viva el franquismo!

Lo que el Sanchismo está haciendo con el Valle de los Caídos me recuerda lo que sus socios podemitas de Cádiz han hecho con su paisano José María Pemán, sin duda el mejor poeta del siglo XX español... y mira que el siglo XX produjo grandes generaciones de poetas. Han mentido sobre su figura como mienten sobre el Valle de los Caídos, y tanto en uno como en otro caso hay que responder con los versos del calumniado:

Que no turbe mi conciencia

la opinión del mundo necio;

que aprenda, Señor, la ciencia 

de ver con indiferencia 

la adulación y el desprecio.

(Ante el Cristo de la Buena Muerte).

Así que ya lo saben: si Pemán era un fascista, ¡que viva el fascismo! Si el instrumento de concordia y perdón que supuso el Valle de los Caídos es una exaltación de Franco, entonces ¡que viva el franquismo!