Con la Fiesta de Cristo Rey -quizás la menos comprendida de toda la liturgia cristiana- termina el año litúrgico y comienza el Adviento. No, nada que ver con el Black Friday. 

Pura coincidencia -¿O no?- ha sido la novedad de LibrosLibres, ahora censurado por YouTube. De esa novedad bibliográfica, una biografía sobre el Rey Balduino de Bélgica, lo único que repruebo es el título y el subtítulo: "El Rey Balduino. El legado de su vida"... un poco más de alegría, colegas. Es obra del cardenal Léon Joseph Suenens, antiguo arzobispo de Bruselas: Eminencia, podía haberse esforzado más en el título como se esforzó en la obra.

Balduino y Chesterton nos enseñan que sólo quien tiene algo -o alguien- por lo que entregar su vida... vive una vida que merece la pena vivir

Como digo, se trata de una semblanza del Rey Balduino, aquel monarca que pasará a la historia moderna por haber abdicado como Rey durante 48 horas para no tener que firmar la ley belga del aborto. Si había algo que nuestro rey Juan Carlos I no podía sufrir es que le compararan con Balduino en este punto, porque el español sí firmó la ley española del aborto de 1985, obra de Felipe González.

En cualquier caso, Balduino fue, en la historia dinástica europea del siglo XX, lo más parecido a un monarca cristiano, coherente con su fe en el ejercicio de su cargo. Es el milagro cotidiano de la coherencia: sólo los que son fieles a sus principios saben ser respetuosos con los principios de los demás -eso que hoy mal llamamos tolerancia-, por muy lejanos que resulten. 

En cualquier caso, felicito a Alex Rosal, el editor que está detrás de LibrosLibres, por esta biografía de Balduino lanzada a las librerías, como digo, justo en vísperas de la festividad de Cristo Rey, con la que termina el año litúrgico y se principia el Adviento. 

Primero porque es una biografía muy divertida. Segundo porque es muy instructiva. Ya saben: divertir instruyendo es nuestro lema. 

Casado con la española Fabiola de Mora y Aragón supo amar a su mujer, a la que no repudió por no haberle dado descendencia (remember Enrique VIII). Además, fue un monarca constitucional, democrático y modélico, que mantuvo sus principios cristianos, en fe y en obras, a través de la multitud de anécdotas que nos cuenta el cardenal Suenens. Porque eso es, antes que nada, este libro: un rompecabezas de anécdotas que recrean a un personaje.

Ahora bien, digo que en esta fiesta de Cristo Rey deberíamos hacer un esfuerzo para que se iniciara en serio el proceso de canonización del rey belga Balduino y el del periodista británico Chesterton. No puede haber dos biografías más distintas que las de Balduino y GKC, con un elemento común: la coherencia de vida. Balduino demostró que se puede ser un rey cristiano (¿Te enteras, Felipe?) y Chesterton, que puede haber un periodista cristiano, esto aún más extraño que aquello, creo yo. 

¿Reyes cristianos, periodistas cristianos, en pleno siglo XX? Sí, es posible. Es más, cuando uno encarna las teorías, cuando acude al ejemplo -algo mal visto en filosofía, como todos ustedes saben- es cuando muestra que lo natural es la coherencia, por muy difícil que parezca, que lo propio de la persona es la lealtad a sus principios, porque la insoportable inanidad de una existencia contradictoria nos devora. 

El divorcio entre lo que se piensa y lo que se dice, entre lo que se siente y lo que se hace y entre lo que queremos y lo que perpetramos es el camino más seguro hacia la melancolía. Balduino y Chesterton nos enseñan que sólo quien tiene algo -o alguien- por lo que entregar su vida vive una vida que merece la pena vivir. Ya saben: quien quiera salvar su vida la perderá, quien pierda su vida por Cristo la salvará. 

Yo soy monárquico de Cristo Rey, no de Felipe VI

Balduino fue un rey católico y jovial. Chesterton fue un intelectual -para mí el mayor de todos los intelectuales de la era moderna- que vivió como un "jovial periodista": ambos deberían ser canonizados en el altar de la coherencia.

Pero, en el entretanto, no se pierdan "El Rey Balduino". Yo me lo he devorado en tres días. Buena señal y buena preparación para la Fiesta de Cristo Rey, una denominación que sólo la profundísima necedad de la progresía española ha podido convertir en un grito ultra. Cristo es Rey del universo y de todos aquellos países y personas que le acojan. Precisamente, es la razón por la que yo soy monárquico, pero monárquico de Cristo Rey, no de Felipe VI.