Sábado Santo, cayó el silencio.

Goethe prefería la injusticia al desorden. Discrepo, porque creo que el Resucitado prefiere el desorden, incluso el caos, a la injusticia. De otro modo, no habría creado al hombre libre, pues es esa libertad humana lo que provoca el caos. 

Por otra parte, Cristo ha muerto por nosotros en lugar de matarnos, que era lo que merecíamos. 

La libertad es una cuestión clarísima pero, al parecer, cuesta entenderla. Dios no quiso no quiere que le amen robots, sino sólo aquel ser libre. el hombre, que también puede odiarle. 

Dios prefiere la injusticia al desorden. Por eso ha creado el hombre libre: sólo quiere que le ame aquel que también puede odiarle: el ser humano

Ahora bien, para Nietzsche, la cruz era un escándalo y el romano Celso, el crítico más duro del Imperio Romano con el cristianismo no podía entender a un Dios todopoderosos que se dejaba colgar en la cruz. Celso confundía el amor con el comercio: ¿dósde estaba la contraprestación? No tenía ni idea del viejo refrán castellano; amor, con amor se paga.

Sábado Santo es el momento idóneo para dar un paso más, el que nos enseñara Karol Wojtyla (san Juan Pablo II), probablemente la cabeza mejor amueblada de toda la modernidad: si no amas a Dios sobre todas las cosas no podrás amar al prójimo como te amas a ti mismo. Ese es el orden correcto. Y mucho menos podrás amar a la naturaleza, a la diosa Gaia, la tierra, el planeta... cosas falsas o menudas. 

Si no amas a Dios sobre todas las cosas no podrás amar al prójimo como te amas a ti mismo

Verán: el hombre se parece más a Dios que a la naturaleza. Por eso, las dos grandes herejías contemporáneas son el trashumanismo y el animalismo: igual de estúpidos. El trashumanismo adora a la máquina, que es tonta, el animalismo al animal, que es irracional. Ambos coinciden en que ambos pretenden cambiar la esencia del hombre, un ser creado que no eligió su naturaleza: le fue elegida por Dios... y bien agradecidos le debemos estar por ello.

El hombre no se une al hombre directamente, sino a través de Dios. En el templo, a través de Dios eucaristizado.

Dos cosas para terminar con esta semblanza del día del Silencio, del sábado santo: la Santa Misa es sacrificio y sacramento, pero no es asamblea. El holograma de la Eucaristía no es una serie de personas unidas entre sí, como en una tela de araña, sino cada uno de los fieles, también el oficiante, unidos por hilos invisibles al altar, donde está Cristo saxramentado, el Dios encarnado. El hombre no se une al hombre directamente, sino a través de Dios. En el templo, a través de Dios eucaristizado. 

El silencio del Sábado Santo. El cristiano siempre está hablando, hablando con Dios. Otra cosa es que lo haga en silencio

Más: el silencio del Sábado Santo es silencio de oración, es decir, de diálogo, no de mutismo. Porque si hombre no reza, sino habla con Dios, "gritarán las piedras"... y hasta podrían insultarnos. El cristiano siempre está hablando, hablando con Dios. Otra cosa es que lo haga en silencio.