En 2016, el sacerdote barcelonés Custodio Ballester escribió un artículo titulado 'El imposible diálogo con el Islam' en el que, entre otras cosas, denunciaba: "El islam no admite diálogo. O crees, o eres un infiel que debe ser sometido de una manera o de otra". Añadía: "En los países donde los musulmanes tienen el poder, los cristianos son brutalmente perseguidos y asesinados. ¿De qué diálogo hablamos pues?". Y recordaba: "Las minorías cristianas de países con mayoría musulmana como Siria o Irak son obligados a pagar la Jizya para evitar ser asesinados o esclavizados".

Por este artículo, en 2020, la Fiscalía de la Audiencia de Málaga -dirigida por la fiscal María Teresa Verdugo- le acusó de un presunto delito de odio, por el que pedía para el sacerdote 3 años de cárcel. A día de hoy, este sacerdote todavía no ha sido juzgado. 

El cura Ballester explicó al juez que instruye su causa: "El padre Custodio es un sacerdote de Barcelona. Un sacerdote que ha intentado decir, siempre en conciencia, lo que le ha parecido justo", recoge La Gaceta

Y en un documental, recientemente, el padre Custodio Ballester se defendía: "Mi intención era dar un criterio para que la gente juzgase. Yo conozco a musulmanes que no se han sentido ofendidos porque han entendido perfectamente que no me refería a ellos, sino a los que viven el islam de una manera violenta, radical", recoge La Razón

El caso del padre Custodio Ballester vuelve a poner de rabiosa actualidad el conflicto existente hoy en día en España -y en otros países-  entre el derecho a la libertad de opinión, expresión e información y los tipificados como ‘delitos de odio’ en los códigos penales de algunos países. 

El odio siempre ha sido un sentimiento subjetivo, difícilmente demostrable penalmente, por lo que tipificarlo como delito abre la puerta a posibles injusticias cometidas contra personas que solo ejercieron su libertad de expresión. Y puede abrir la puerta también a censurar y acallar cualquier tipo de opinión que se salga de los cánones de lo ‘políticamente correcto’. 

Y esto, por no hablar de los muchos casos de ofensas a los cristianos que, al contrario que el caso del cura Ballester, no han merecido las acusaciones de delitos de odio y se han quedado en el olvido… ¿No merecerían también esas ofensas el tipo penal de ‘delitos de odio’ contra los cristianos