Decíamos en Hispanidad que la drag, artista y activista LGTBI Samantha Hudson, premiada por la ministra de Igualdad, Irene Montero, escribió en sus redes sociales que «odiaba» a las mujeres violadas, a las que calificaba de «putas pesadas». 

Pues bien, Hudson ha estado con los concursantes de la Academia de la duodécima edición de Operación Triunfo a quienes ha explicado: “Pensé que, al final, lo más revolucionario que pude hacer es abrazar el fracaso y entender que las cosas malas que nos suceden no dependen exclusivamente de nosotras. Que el mundo es injusto, que si nos pasa una desgracia, si no tenemos suerte, no es porque nos hayamos esforzado. La meritocracia no existe. No, el que más se esfuerza mejor le salen las cosas”. Samanta va en la línea del pensamiento Celáa y del modelo de alumno que quiere el Gobierno Sánchez: alumnos vagos e ignorantes... pero muy sensibles.

Hudson dio también a estos jóvenes consejos sobre cómo relacionarse con la prensa. Saber siempre que un periodista no es un amigo, pero tampoco es un enemigo. No voy a meterme yo con el gremio de los periodistas. Es cierto que además me da mucho miedo a los periodistas porque son muy poderosos”, reconocía.  Yo entiendo que es muy difícil gestionarlo todo porque, de pronto, das una opinión sobre algo cuando te ponen un micro. Por ejemplo, te preguntan sobre qué opinas sobre la última ruptura de alguien y tú dices: ‘me chupa un coño’. Ya está el titular: a Samantha ‘le chupa un coño’ la ruptura de no sé quién o no sé cuántos”.

Samanta Hudson, premio del Ministerio de Igualdad con el Reconocimiento Arcoíris 'Orgullo de País' por su "esfuerzo y dedicación" de "hacer normal lo que es normal". Pero, Samantha, ¿no quedamos en que el esfuerzo no sirve para nada?