Madrid celebra la fiesta de su patrón, San Isidro Labrador, que es fiesta de la capital, no de la comunidad autónoma. Es igual: si el municipio de Madrid no funciona, la comunidad autónoma de Madrid no funciona. Si no funciona la Comunidad de Madrid se paraliza toda España. 

Madrid es la capital más acogedora es decir, más cosmopolita, de todo el país. Aquí nadie se siente foráneo, en Barcelona sí. Y esto sin necesidad de discursos progres contra la xenofobia.

Recientemente hablaba con un ejecutivo catalán sobre Isabel Díaz Ayuso. Aseguraba el susodicho que la presidenta madrileña, daba miedo fuera de Madrid. A mí no me da ningún miedo doña Isabel. Es más, participo de esa misma simpatía que sienten por ella muchas personas porque es una de las pocas políticas que habla claro en España.

Ahora bien, hablamos de San Isidro labrador, no de santa Isabel Ayuso. La verdad es que doña Isabel resulta simpática por su talante, más que por sus ideas. Ejemplo: no le gusta entrar en el tema del derecho a la vida. Pues con todo respeto si no entra usted en la defensa de la vida a mí no me sirve. También recientemente acabo de forzar alcalde de Alpedrete para que restituya el nombre de una plaza dedicada al actor comunista Paco Rabal, buen actor con muy mala uva. 

Lo curioso es que esa plaza iba a llamarse Plaza de España, que no me parece mala sustitución. En cualquier caso, hubo hasta una manifestación progre para reclamar que no se cambiara la denominación, todo ello en nombre de la cultura. 

La verdad es que Paco Rabal pertenece más al mundo del espectáculo de la cultura pero no entremos en estas cosas. Lo cierto es que Isabel Díaz Ayuso se ha apresurado a exigirle al alcalde de su propio partido que rectifique, y este ha rectificado, muerto de miedo. 

Sin embargo, miren por dónde, santa Isabel no se atreve a otorgar al Valle de los Caídos la condición de bien de interés cultural. De esta forma evitaría que el profanador, Pedro Sánchez, destrozara una basílica católica y, posiblemente, si puede, que no es fácil, la mayor cruz del mundo, símbolo cristiano por excelencia. Y que convierta Cuelgamuros, un lugar construido para la concordia, tras la cruel Guerra Civil, en una payasada de memoria democrática, es decir, de memoria alzhémica y mentirosa.

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Me quedo con San Isidro Labrador, que sí hubiera salvado Cuelgamuros y no con Santa Isabel Díaz Ayuso. Una cosa es que me caiga simpática y otra que simpatice con una mujer que defiende mejor los gestos que los principios.