Lo que más me ha asombrado, que no sorprendido, de la encuesta global de Naciones Unidas sobre cambio climático, es que se han disparado los casos de ansiedad ante la transición medioambiental.

Esto es muy extraño. ¿Acaso reina demasiado alarmismo sobre el futuro del planeta? ¿Acaso el discurso oficial califica de negacionista a quien ose iniciar una respuesta a la verdad oficial con un "pero..."? ¿Acaso los telediarios, cada mañana y cada tarde, no nos conciertan una cita para la inminente catástrofe telúrica? Entonces, ¿por qué sufren de ansiedad?

Hágame caso: confíe en Dios, no en los científicos, que cambian de opinión cada día y fallan más que una escopeta de feria

Y lo más curioso es que la redicha ansiedad ante el cambio climático se considera una prueba irrefutable de la veracidad del calentamiento global, cuando en buena lógica debería llevarnos a sospechar lo contrario, máxime cuando el inevitable desastre planetario no se ha producido y la vida continúa, tirando a como siempre, tan solo salpicada... por ataques de ansiedad climática.

Uno comprende que el ser humano tiene una necesidad imperiosa de consenso con sus semejantes, pero esto de la transición climática, provocadora de ataques de ansiedad comienza a resultar un tanto ridículo

Uno comprende que el ser humano tiene una necesidad imperiosa de consenso con sus semejantes... aunque sea consenso en el error y en la angustia, pero esto de la transición climática, provocadora de ataques de ansiedad... oiga, comienza a resultar un tanto ridículo.

A lo mejor deberíamos confiar más en Dios y menos en los meteorólogos, más en la Providencia divina que en la ciencia humana, cuyas conclusiones -evidencias, le dicen- duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio y que, además, sólo puede amenazarnos pero nunca confortarnos ni consolarnos. 

En plata: que si el cambio climático es pavoroso, tal y como nos indican, la ciencia humana sólo podrá describirlo, jamás solucionarlo.