"El Papa de los pobres". El periodismo más cómodo es aquel que se rinde al tópico ya antes de empezar a hablar o a escribir. Así, para miríadas de plumíferos, también conocidos como cagatintas, el de Francisco ha sido el papado de los excluidos, de los vulnerables, de los sin voz, cercano a los necesitados, etc, etc, etc... Es decir, el Papa de los pobres.
Ahora bien, precisiones. Lo más importante, me temo que los que emplean esa expresión no se refieren a los impecunes, ni a los pobres de espíritu, que tiene que ver con cuestiones tan poco materiales como la humildad.
Y es que contra la pobreza la Iglesia no constituye el mejor instrumento. Es lógico, todo el presupuesto eclesial no creo que alcance el del Principado de Andorra.
Sí, la Iglesia tiene mucho patrimonio, muchas piedras, pero en materia de liquidez siempre anda a la cuarta pregunta. Y el patrimonio que no se puede monetizar no hace rico.
La Iglesia, por tanto es pobre y para ayudar al pobre a salir de la pobreza no se necesita otro pobre, sino un rico, un empresario o el Estado. Desde luego, no un cura.
Cáritas no es una excepción a esta regla, porque Cáritas no ayuda al pobre: lo que hace es de intermediario entre el rico y el pobre para que el primero ayude al segundo.
En resumen, la Iglesia, económicamente, es un desastre: reza mejor que financia, intercede mejor que gestiona. ¿Iglesia de los pobres? ¡Pobre Iglesia!
La Iglesia tiene mucho patrimonio pero nula liquidez. O sea, que es más pobre que las ratas y un desastre como gestora
Además, los católicos deberíamos rezar más por los ricos que por los pobres, porque es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja... está claro que en lugar del Papa de los pobres hay que ser el Papa de los ricos, al menos, de la clase media.
Así que, menos mal que Francisco no era el Papa de los pobres. De otra forma, hubiera sido un desastre.
En serio, a lo mejor los periodistas podríamos embridar esa lamentable tendencia a 'ser como los demás', esto es, a no salirnos del rebaño.
El mundo no cambiará cuando haya menos pobres sino cuando haya menos pobres de espíritu. El resto vendrá por añadidura, igualito que los lirios del campo.
¿El Papa de los pobres? No seamos horteras.