“Hagan lío, hagan barullo” y “respeten y escuchen a los ancianos”, dijo el Papa a los jóvenes de Timor Oriental
Desde el pasado 2 de septiembre, el Papa Francisco emprendió un viaje por Asia, que le ha llevado a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur.
Hoy mismo, 11 de septiembre, ha aterrizado en este último país, procedente de Timor Oriental, donde también esta mañana ha mantenido un encuentro con jóvenes, antes de volar hacia Singapur.
En ese encuentro, el Santo Padre invitó a los jóvenes a soñar cosas grandes, pues "un joven que no sueña es un jubilado de la vida (...) los jóvenes tienen que hacer barullo para demostrar la vida que tienen”. “¿Y ustedes saben cuál es una de las riquezas más lindas, más hermosas, que tiene una sociedad? ¿Saben? Los ancianos, los abuelos”. “Los ancianos son un tesoro y los dos tesoros de un pueblo son los niños y los ancianos”, afirmó.
El Santo Padre advirtió también a los jóvenes sobre el peligro de “ser esclavo”. “Un joven tiene que entender que ser libre no es hacer lo que uno quiere, sino que un joven tiene responsabilidad. Y una de las responsabilidades es aprender a cuidar la casa común, y para eso el joven tiene que comprometerse”.
También animó a vivir “la fraternidad”, y “ser hermanos, no ser enemigos”, y alentó a repetir: “odio no, amor y servicio sí”. “Y si un joven, una joven, se pelea con otro, ¿qué tiene que hacer? Repitamos todos juntos: amor y reconciliación”.
El Pontífice también denunció el bullying, “una actitud que se aprovecha del más débil, porque es feo, porque es gordo, porque camina mal. Pero siempre es una actitud fea, porque usa la debilidad de los demás”.
Al concluir, el Papa les dio dos consejos: “Hagan lío, hagan barullo”. Y “respeten y escuchen a los ancianos”.
En la misa de ayer, 10 de septiembre, Francisco dijo en la homilía: "En todas partes el nacimiento de un hijo es un momento luminoso, un momento de alegría y de fiesta, y a veces nos provoca también buenos deseos: de renovarnos en el bien, volver a la pureza y a la sencillez. Ante un recién nacido, incluso el corazón más duro se conmueve y se llena de ternura. La fragilidad de un niño lleva siempre un mensaje tan fuerte que toca incluso los ánimos más endurecidos, trayendo consigo movimientos y propósitos de armonía y serenidad. ¡Es maravilloso, hermanos y hermanas, lo que pasa cuando nace un bebé! La cercanía de Dios es a través de un niño. Dios se hace niño y no es sólo para asombrarnos y conmovernos, sino también para abrirnos al amor del Padre y dejarnos modelar por Él. Para que Él pueda sanar nuestras heridas, arreglar nuestras divergencias, poner en orden la existencia".
Y prosiguió: "Hoy veneramos a la Santísima Virgen como Reina, es decir, la madre de un Rey que quiso nacer pequeño, hacerse nuestro hermano, pidiendo el “sí” de una joven humilde y frágil (cf. Lc 1,38). María entendió, hasta el punto que eligió permanecer pequeña durante toda su vida, se hizo cada vez más pequeña, sirviendo, rezando, desapareciendo para hacer lugar a Jesús, incluso cuando esto le costó mucho".
Al concluir, el Santo Padre hizo una advertencia a los ciudadanos de Timor Oriental: "Estén atentos a esos cocodrilos que quieren cambiarles la cultura, que quieren cambiarles la historia. Manténgase fieles. Y no se acerquen a esos cocodrilos porque muerden, y muerden mucho".