Así que cuidado con la liturgia eucarística, recuerden: si funciona, no lo cambies. Y funciona. La respuesta es: al Señor, tu Dios, adorarás y a Él sólo darás culto
El primer domingo de Cuaresma (18 de febrero) 'tocó' leer en la eucaristía el pintoresco pasaje evangélico de las tentaciones de Cristo, que donde mejor desarrolladas están es en Mt 4, 7-11.
Se ha escrito mucho sobre este pasaje pero releyendo, cómo no, al insigne Leonardo Castellani, me topo con otra pequeña maravilla. Don Leonardo se vuelve a salir del cuadro, lo que me recuerda aquello que le advirtiera Jordi Pujol, aún poderoso presidente de la Generalitat, a Alejo Vidal-Quadras: "Su brillantez le perderá". En efecto, pocos sacerdotes han sido tan perseguidos en el siglo XX como ese cerebro formidable que fue el jesuita argentino Castellani.
Dice don Leonardo que las tres tentaciones de Cristo se corresponden con las tres edades del mundo tras la caída de Roma y la instauración del cristianismo, es decir, tras la Iglesia Primitiva, allá por el siglo V.
Primera etapa, la Edad Media: haz que estas piedras se conviertan en pan. El Medievo cristiano, un milenio, declina en la baja Edad Media, cuando algunos jerarcas eclesiásticos utilizan la religión para obtener bienes materiales. El pan con el que el Maligno tienta al perfecto Dios y perfecto Hombre que experimentaba, como hombre que era, el hambre: No sólo de pan vive el hombre.
A la Edad Media le sigue el Renacimiento, padre de la modernidad pero la tentación demoníaca es ahora mucho peor. Si eres Hijo de Dios, precipítate al vacío y ordena que no tropiece tu pié con ninguna piedra: utilización de la religión para obtener poder, que en la práctica es la capacidad de infligir daño pero que siempre tiene el mismo origen: poder para moldear, en el propio beneficio, tanto la ley moral y la ley natural. Toda la historia de la modernidad no es más que un intento de pasar por encima de la ley divino-natural. En definitiva, utilizar a Cristo para obtener poder, algo mucho más atrayente y venenoso que el dinero. Esto fue el Renacimiento y toda la cosmovisión nacida del ingenuo Descartes, el que pronunció aquella pavada del "Pienso luego existo" y a quien la Iglesia respondió con la verdadera respuesta: "Existo, luego pienso".
En otras palabras, el hombre se independizó de Dios en el siglo XVI y aún no se ha recuperado del susto. Con Descartes, que no lo quería, nació la modernidad, un mundo hecho a imagen del hombre cuando el hombre no es capaz de hacer nada.
Tercera tentación: adorarás a Satán. Es una alusión al virus más destructivo del siglo XXI: la blasfemia contra el Espíritu Santo.
La postmodernidad, que podemos fechar a partir del año 2000, consiste en esto: Satán se quita la careta y exige ser otro Cristo, el verdadero Cristo, adorado por el hombre, con un decálogo donde el bien se ha convertido en mal y el mal en bien.
Recuerden hasta el año 2.000 (aunque Castellani lo intuyó antes) el espíritu maligno se conformaba con el relativismo: nada es verdad ni mentira. Ahora vende directamente el mal y dice que es el bien, la mentira y dice que es la verdad, el horror, y le llama belleza: Adoradme, todas estas cosas, el mundo, te daré si postrándote me adoras.
Y por cierto, el demonio no puede ofrecer nada porque nada puede crear y, como desheredado de Dios, en puridad, nada tiene. El demonio sólo posee aquello que el hombre le da pero somos tan tontos que creemos que es sólo al revés. Dios no le ha hecho Señor del Mundo: somos nosotros los que le cedemos nuestra legítima herencia sobre el universo. ¿O acaso no somos hijos de Dios? En cualquier caso, gracias, Castellani: conviene saber en qué época vivimos.
Por cierto, ¿todo esto tiene que ver con el tratamiento que se da la Eucaristía y con las reformas litúrgicas que subrepticiamente se están colando y profanando el sacrificio eucarístico? Sí, tiene todo que ver y el momento culminante de la demonización del mundo llegará cuando se prescriba una nueva eucaristía, donde se adorará al hombre convertido en dios. No lo duden, esa será el momento del Anticristo, el momento de Satán. Estamos en la tercera era, la de la tercera tentación de Cristo: todo esto te daré si, de hinojos, me adorares. Y no era suyo.
Así que cuidado con la liturgia eucarística, recuerden: si funciona, no lo cambies. Y funciona. La respuesta es: al Señor, tu Dios, adorarás y a Él sólo darás culto.
Vivimos en la Blasfemia contra el Espíritu Santo: ¿etapa final de la historia? Probablemente, en cuanto la profanación de la Eucaristía se haga oficial.