
Llevamos tratando el caso varios meses: una mujer con trastorno límite de la personalidad y trastorno obsesivo compulsivo, que carece de movilidad completa por una lesión medular la cual se produjo en un intento de suicidio en 2022, pidió la eutanasia.
En un principio la eutanasia estaba prevista en verano, pero Abogados Cristianos y el padre de la chica consiguieron paralizarla, pero, el pasado 4 de marzo, la joven ratificó que quiere esa eutanasia. Para sorpresa de nadie, la Fiscalía y la Generalitat apoyaron la eutanasia.
Abogados Cristianos alegó que la joven no está en en pleno uso de sus facultades y, además, debido a su juventud, sus posibilidades de mejoría son muy elevadas. La magistrada que llevaba el caso sentenció que, pese a su trastorno límite de personalidad, la chica podía decidir acabar con su vida. En su sentencia, la magistrada resaltaba que “no se encuentra justificada” la petición del padre para impedir la eutanasia de su hija, ya que la joven es mayor de edad, que pidió con plena conciencia la eutanasia y, pese a su trastorno límite de personalidad, no está incapacitada para tomar decisiones. “No se duda del enorme afecto que el padre puede sentir hacia su hija, pero este sentimiento no constituye razón suficiente para justificar su legitimación”, resolvía la jueza.
Ahora el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) desdice lo dicho por la anterior magistrada en otro caso similar y resuelve que el padre sí puede impugnar la voluntad de eutanasiarse de su hija. Así lo considera el alto tribunal catalán: "Los padres, aún cuando no resulten titulares del derecho a la vida ajena [de sus hijos], pueden tener un interés legítimo en torno a ella, e incluso una obligación legal de actuar en ese objetivo", puede leerse en la resolución de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del TSJC. La sentencia se puede recurrir ante el Supremo.
Esta decisión no es baladí, puesto que abre la puerta a que los familiares de una persona que quiera ser eutanasiada puedan impugnar la eutanasia a tiempo. En cualquier caso, lo llevamos advirtiendo mucho tiempo en Hispanidad, a esto se llega con la cultura de la muerte: una jueza decide sobre si alguien debe morir y quién está legitimado y quién no, entrando en el peligroso Gobierno de los jueces.