Capillas del Valle de los Caídos (de izquierda a derecha y desde arriba hacia abajo) De La Inmaculada, Del Carmen, De Loreto y De África
En la obsesión del Sanchismo contra el Valle de los Caídos hay algo que va más allá del ideal masónico, esto ya empieza a sonar a demoníaco.
Me explico: el masoncete Ángel Víctor Torres, ministro de la desmemoriada memoria democrática y republicana, se ha dado cuenta de que no puede derribar la cruz más grande del mundo y de que ya no cuela eso de amenazar a los monjes benedictinos que lidera el padre Santiago Cantera.
Tampoco ha logrado rendirles por hambre: el Gobierno debe a los monjes 2 millones de euros y subiendo, pero Cantera no se rinde y continúa viviendo de limosnas y entregando su vida en aquel camposanto de concordia nacional, centro de espiritualidad, hospedería y escolanía.
Un detalle: ahora el ministro masoncete, el canario Torres, trata de convertir Cuelgamuros en un parque temático, con concurso internacional anexo. El 'tema' será, por supuesto, la exaltación de la muy homicida II República.
Entre otras ideas, que a lo mejor no esperan al concurso popular o muy popular concurso, figura la de ir desacralizando la basílica católica del Valle, por partes. Ahora, al masoncete se le ha ocurrido la idea de cerrar las capillas laterales dedicadas a la Virgen María. ¿Y esto por qué? Por fastidiar, sólo por fastidiar. Pero tanto empecinamiento en destruir sin construir... bueno, esa es la marca de Satán.
Triste también es la escasa defensa de Cuelgamuros por parte de la jerarquía eclesiástica. Los negociadores son, por un lado, el ministro Félix Bolaños, y por otro, José Cobo, cardenal arzobispo de Madrid. Hombre, uno diría que ya ha cometido el Ejecutivo las suficientes animaladas como para que la Jerarquía se plante y pida que se cumplan los acuerdos entre los Estados de España y del Vaticano.