Sí, llamar mono a un jugador negro es de muy mala educación pero enviar a la cárcel a alguien, por cuatro años, solo por ser maleducado, podría resultar exagerado
Ahora que hemos dejado pasar la 'prima primi' (el primero de los primeros), es decir, la primera y generalmente irracional reacción ante un hecho, profundicemos más en la cuestión sobre la quisicosa Vinicius.
Sí, quisicosa, porque, verá usted, lo de Valencia no es para tanto. Estamos exagerando 'un muchito'. Vinícius José Paixaõ de Oliveira Júnior es un grandísimo jugador, de muchísimo talento, además de un provocador arrogante, además de un insultón sin par: "en Brasil se piensa que España es un país de racistas". Pues no le digo a usted, señor Vini, lo que podríamos pensar en España de Brasil.
Y es que en el país del melodrama (ahora hablo de España) nadie renuncia a la puesta en escena. Veamos: que los aficionados del Valencia calificaran de "mono" a Vinicius, además de no tener gracia alguna, es una muestra de mala educación, digna de reproche.
El problema no es el odio sino los delitos de odio, porque no se debe confundir pecado y delito. Eso sólo lo hace la teocracia progre
Sí, llamar mono a un jugador negro es de muy mala educación pero enviar a la cárcel a alguien, por cuatro años, solo por ser maleducado, podría resultar exagerado.
Sobre todo, porque el problema no es el odio sino los delitos de odio, que no se debe confundir pecado y delito. Eso sólo lo hace la teocracia progre. La ley de Dios nunca se impone: se expone y se propone, y al final, el Padre Eterno dictará sentencia inapelable.
Por contra, si el odio se convierte en delito, el que juzga es un ser humano, incapaz de penetrar en el alma de otro ser humano. Y como lo que es pecado no puede juzgarse como delito, resulta que al final, el delito de odio se convierte en la mayor de las injusticias. Implica que el acusador le dice al acusado: demuestre usted que no me odia. En definitiva, se está invirtiendo la carga de la prueba, una cosa muy fea.
Pero es igual, aquí todo el mundo, incluido Lula da Silva, se pone a exagerar y a aprovechar -mismamente, Luis Rubiales- la mala educación de algunos para ajustar cuentas con el enemigo.
¿España un país de racistas? Pero sí fue la única potencia que creó un mestizaje. Lula da Silva no lucha contra el racismo sino por el nacionalismo brasileño, o sea, por él mismo
¿España un país de racistas? Pero sí fue la única potencia colonziadora que creó un mestizaje, una nueva raza, la raza hispana que se mezcló con los indígenas en santos matrimonios. España es el país menos racista de toda Europa. Compárennos con franceses, holandeses, alemanes, ingleses y hasta con los mismos italianos. ¿Racismo español? Eso es una chorrada que, en el país del cainismo, sólo puede defender otro español o alguien que haya sido acogido con los brazos abiertos y, justamente por eso, odia al país de acogida.
Por cierto, al coro de los rasgadores de vestiduras se ha unido el presidente brasileño Lula da Silva, a quien más que la lucha contra el racismo parece motivarle el nacionalismo brasileño. Lula es un personaje en descomposición pero alguien a quien, desde el Gobierno español deberían plantarle cara. No se preocupen, España está presidido por alguien que odia a España y se ama a sí mismo con locura. Ahoa bienm que la aportacion de Lula al G-7 haya consistido en arremeter contra España por los insultos racistas a un jugador por la hinchada del otro equipo y que el presdiente brasileño idneitfique esa grosería como la hidra fascista... pues hombre, parece un exceso.
Y ya de paso, si lo de Vinicius es tan gravísimo, lo más grave que ha ocurrido desde el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, ¿qué les parece que empecemos a perseguir la blasfemia en los estadios de fútbol, nido de blasfemias que, de entrada, ofenden a los cristianos? ¿Condenamos al blasfemo -clarísimo delito de odio- con cuatro años de prisión? Sí, porque con hasta tres años, ampliables a cuatro, castiga el artículo 510 del código penal español los llamados delitos de odio. ¿Eso es lo que quieren quienes se rasgan las vestiduras por los insultos groseros contra Vinicius? ¿Eso es lo que solicita, transido de dolor, Lula da Silva?
En su línea, el rey del tacticismo, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, respaldará en los tribunales a su jugador. Hace bien, hay que estar con lo políticamente correcto. Pero que no pase de pose, señor Pérez. Cosas peores se oyen en los campos de fútbol y no competimos por ser el más escandalizado. Y Vinicius tiene razón al sentirse insultado, no al insultar a toda España
Y qué decir de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF): constituye el mejor ejemplo de que la mejor defensa es un buen ataque. Tocado por las acusaciones de soberbia y mangoneo en el fútbol español, Rubiales se ha convertido ,de la noche a la mañana, en el loable perseguidor del racismo. Si Sánchez se mantiene en el Gobierno, el presidente de la Federación Española de Fútbol llegará a ministro, no lo duden.
¿Y si empezamos a perseguir la blasfemia en los estadios de fútbol? ¿Con cuatro años de prisión?
Y lo mejor de todo ha sido lo de Íñigo Errejón para quien la culpa de lo ocurrido al pobre Vinicius la tiene Vox, que es un partido con discurso de odio. no sé si lo saben. Lo decía, justo en el momento en el que los militantes de Vox eran golpeados en Vitoria por comunistas, es decir, por los colegas de Errejón. Y es que Vox es ultra-racista.
Conclusión: los delitos de odio a los que invoca Vinicius no son otra cosa que un instrumento totalitario para acallar a quien no nos gusta, para censurar al discrepante, especialmente a los católicos, que son los que menos gustan al poder.
No seamos tan exagerados, que la exageración es una forma de hipocresía.