Primero caso: una mujer de 54 años ha envenenado a su marido, de 64 años. Tras matarle, se ha suicidado en la vivienda que ambos compartían en Fuenlabrada (Madrid), según ha informado un portavoz de la Jefatura Superior de la Policía Nacional. Los dos hijos de los fallecidos han avisado al 112. 

El Grupo VI de la Policía Nacional está investigando este homicidio, el primero del año 2023 en Madrid. La principal hipótesis es que la mujer envenenó con lejíaotro producto químico o medicamentos a su marido, aunque se está a la espera de la autopsia y los análisis toxicológicos para confirmarlo. Después la mujer se habría ahorcado en una litera. Dejó una nota confesando lo que había hecho.

Segundo caso: otra mujer, de 39 años, envenenó a sus dos hijos mellizos de 9 años e intentó suicidarse. Ha ingresado en prisión por orden de un juez de guardia por el intento de homicidio de los dos niños, que están ingresados en el Hospital de Cruces en Baracaldo (Vizacaya). La madre tuvo que ser ingresada después de provocarse heridas en el cuello al intentar suicidarse, después de drogar y envenenar a sus hijos. Según ha relatado la Ertzaintza, la mujer llamó por teléfono a su ex pareja para explicarle lo que había hecho. Gracias a la llamada del padre y la rápida intervención de la Ertzaintza y la Policía local, la vida de los niños pudo ser salvada. 

La ministra de Igualdad, Irene Montero, acostumbrada a pronunciarse únicamente cuando quien comete el filicidio es el varón, guarda silencio ante ambos casos. Y es que, recordemos que, cuando la asesina de los hijos es la madre según el 'código Montero' no puede hablarse de tal violencia vicaria. Ese caso se da cuando el asesino es el padre. Y para reafirmar su postura la ministra de Igualdad excluye de ayudas y atención psicológica a los padres de hijos asesinados por la madre. A Irene sólo le gusta el 'hermana -que no hermano- yo sí te creo'.

Todo ello horas después de que Montero defendiera, de nuevo, su nefadna ley del Sí es sí, al afirmar, sin despeinarse, que ocurre lo mismo con toda ley nueva: hay que esperar a que se asiente. Pues menos mal.