Oído en TVE. Hablan de la viruela del mono y aunque al parecer, el susto no era para tanto, resulta que los expertos, los científicos y alguno más nos lanzan un prudente consejo: cuidado con la relaciones sexuales “de riesgo”.

El problema es que no nos especifican que se entiende por relaciones de riesgo. Y claro, ahí empiezan los problemas: los que somos de barrio bajo no entendemos qué es aquello a lo que no debemos arriesgarnos. 

Recuerden que ocurrió algo parecido con el sida. Había que evitar las relaciones de riesgo pero no se podía criminalizar la homosexualidad. Total, que no era fácil aclararse. Pues con la viruela del mono lo mismo. Mucho me temo que aquí se cumple aquello de que cuando haces lo que no debes te ocurre lo que no quieres.

¿A ver si va a ser cierto que la ley natural existe? Pues resulta que la ley natural es doble: moral y... natural, según el principio de que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, la naturaleza nunca

Por otro lado, oiga, ¿a ver si va a ser cierto que la ley natural existe? Pues resulta que, encima, la ley natural es doble: moral y... natural. Lo primero quiere decir que hay cosas que están bien y otras que están mal, no todo depende de la opinión personal. Lo segundo nos retrotrae al viejo principio de que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, la naturaleza nunca. Y que el incumplimiento de la ley moral suele traer males físicos. No me refiero tan sólo a la inteligente casi-tautología de que “eres libre para arrojarte por un barranco pero no para evitar las consecuencias de arrojarte por un barranco”: te ‘escabondrias’, seguro. Hablo de que cuando cometes una inmoralidad la acabas pagando en tu propio cuerpo, las más de las veces en forma de depresión o de locura, que consiste en no ver la realidad tal cual es. 

En cualquier caso, Tedros tendrá que inventarse otra cosa, porque cada día asusta menos y la viruela del mono ha sido conjurada: no da la talla como para crear una histeria colectiva global, no es el Covid. 

En cualquier caso, Tedros tendrá que inventarse otra cosa, porque cada día asusta menos. Hasta los más tontos han dejado de creerse sus trolas... aunque aún se resisten a creer que sus intenciones sean tan retorcidas

Ahora, hasta los más tontos han dejado de creerse las trolas de Tedros... aunque aún se resisten a creer que sus intenciones sean tan retorcidas.

Recuerden: eviten las relaciones sexuales de riesgo, ¿y cuáles son? Eso no podemos explicárselo.