Cuadro que representa la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús, la cual se conmemora en la fiesta de la Epifanía
Arabia, Irán, Iraq... pero la beata Anna Catalina Emmerick sitúa la procedencia de sus Majestades Melchor, Gaspar y Baltasar más al norte, en el Cáucaso, entre los mares Negro y Caspio. Se supone por tanto, que los tres eran caucásicos, o sea, tirando a blancuchos. Ahora bien, colocar a un rubio, un moreno y un negro, no es casual: se trata de representar a todas las razas de la tierra: occidental, oriental y negro (perdón, afrodescendiente).
Y su historia no suena muy romántica, no se vayan a creer. A los partidarios del ¡Oh buen Jesús dulce y bueno!, no les va a gustar pero a los partidarios de “haciendo de cuerdas un azote” expulsó a los mercaderes del templo, a golpes... sí, a esos creo que sí.
Los Magos que acudieron a Belén eran astrónomos y astrólogos pero con muchos bienes materiales. Paganos desde 500 años antes de Cristo, según costumbre, practicaban la eutanasia y el infanticidio, sacrificaban a niños, ancianos y mutilados... aunque no para ayudarles a bien morir o para defender el derecho al aborto, sino para calmar a los dioses, que no deja de ser un motivo más lógico aunque igualmente homicida.
Es decir, que Melchor, Gaspar y Baltasar eran progresistas, igualitos que Pedro Sánchez, pero más lógicos.
Eran jefes de clanes y se llamaban servidores de las estrellas. Algunas doncellas de sus clanes habían anunciado que un hijo nacerá de una doncella y por eso, como quien dice, dentro de su ciencia, pelín supersticiosa... “estaban atentos”. Las profecías hablaban de una constelación y de los cambios que habría en ella.
A ver si nos entendemos: Papá Noel no es real, salvo que le otorguemos la personalidad, sí real, del obispo San Nicolás. Los tres Reyes Magos, que ni eran Reyes ni eran Magos, sí fueron personajes reales. Por tanto, aconsejo que la historia hispana de Melchor, Gaspar y Baltasar supere la leyenda urbana de Santa Claus o de Santa Lucía.
En cualquier caso, el católico aprende de la realidad. La Iglesia creó la Epifanía porque vio en ella la revelación del Hijo de Dios encarnado a todas las razas y naciones, más allá del reducido mundo hebreo.
Sí, los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe, pero eso no significa que la redención del género humano se circunscribiera a un sólo pueblo: el Hijo de Dios murió y resucitó para salvar a todo el género humano.